AMLO PRESIDENTE DE MÉXICO.


Por María Gil.

La toma de protesta de AMLO fue histórica. No es cualquier toma de protesta porque no solo hablamos de un cambio de Presidente o de partido político, ya que la sucesión presidencial representó un cambio de paradigma sobre la forma en que se concibe el servicio público, cuando menos fue diferente de la ortodoxia implementada desde 1982. De la misma forma, en la era moderna no tenemos recuerdo de algún presidente que haya creado su capital político desde algún liderazgo social, y menos el que se considera, para bien o para mal, el líder político más importante de México.

Una de las motivaciones de López Obrador es imprimir su nombre en los anales de la historia. Él quiere ser recordado como esos líderes y esos mitos de los que siempre hecha mano como Hidalgo, Benito Juárez, Madero o Lázaro Cárdenas. El nombre de la Cuarta Transformación no es en vano.

López Obrador no apuesta al futuro, a la creación de algo completamente nuevo. Más bien, con una visión más nacionalista que globalista, busca rescatar el pasado. Apela sobre todo a ese milagro económico de mediados de siglo pasado en el cual el país tuvo un crecimiento sostenido. AMLO no está tan preocupado por la Inteligencia Artificial o por el Blockchain como lo está por su añoranza por Lázaro Cárdenas o López Mateos, por esos momentos posrevolucionarios en que nuestro país comenzó a tomar forma, esa etapa en la que se creyó que México apuntaría al progreso. AMLO no busca construir algo nuevo, busca rescatar algo que dice se perdió e intentará adaptarlo a los tiempos actuales.

Independientemente de si haya responsabilidad financiera o no, vamos a ver tomar al Estado un rol más importante en la economía. La prioridad ya no va a ser tanto la globalización, sino el desarrollo interno. La comunicación institucional también cambiará radicalmente, comenzando porque AMLO es una figura que genera todo menos indiferencia y que tiene un gran capital político, a diferencia de Peña Nieto, que se mostró siempre como un presidente ausente. El nuevo régimen va apelar constantemente a la historia, palabras como “pueblo” y “progreso”, enterrados desde el inicio de lo que algunos llaman “neoliberalismo” serán revividos. Algo que es muy seguro es que AMLO no va a generar indiferencia.

En este orden de ideas, el próximo gobierno se enfocará  a erradicar los vicios de la clase política que han sobrevivido a gobiernos de izquierda y de derecha: la corrupción, el compadrazgo, la creación de élites económicas al amparo del gobierno. 

Así, este1ro de diciembre, se comenzará a escribir una nueva página en la historia de México, inicia la cuarta transformación de la vida pública del país.