Y SIN EMBARGO, EL CHAYOTE SE MUEVE.


Por Álvaro López.
Director del Cerebro Habla. 

La verdad, así, la verdad, es que nuestro “cuarto poder”, es decir, los medios de comunicación en México, son más bien chafas. Y basta la llegada de un nuevo presidente al poder para que muchos de ellos queden en evidencia y nos demuestren que su compromiso no es tanto con el público sino con el presidente en turno. Ya sea porque esa cultura viciada donde había una relación cercana entre el gobierno y los medios no se ha ido del todo, o porque muchos de los medios viven más de la publicidad gubernamental que de otra cosa. 

En países como Estados Unidos, con todos los defectos que tiene su prensa, podemos de antemano saber cuál va a ser la postura que tomen hacia el presidente en turno, basta conocer la inclinación ideológica de los diarios. Todos saben cuáles son los medios liberales y cuáles son los conservadores. En México es mucho más difícil de definirlo debido a esta viciada dinámica que impera dentro de los medios de comunicación. Con excepción de diarios como Proceso y La Jornada que, mal que bien, han tratado de mantener una línea ideológica, la postura de nuestros medios de comunicación tienden a girar hacia el poder en turno.

Es comprensible que un medio de comunicación apoye al gobierno si dicha simpatía es producto de una afinidad ideológica con éste. En teoría todas las posturas políticas deberían estar representadas de tal forma que tanto el lector de izquierda o de derecha pueda consultar diarios afines a su forma de pensar, pero ¿cómo podría justificar el hecho de que Salinas Pliego promoviera durante tanto tiempo el liberalismo económico y la libre empresa (aunque sea un crony capitalist) y ahora parezca rendir pleitesía a López Obrador, lo llene de adulaciones y amague con convertirse en el medio oficial del pejismo?

Radio Centro es otra muestra palpable de esta viciada dinámica. Algunos han sugerido que la salida de Carlos Loret de Mola es producto de la “mano censora de la cuarta transformación”. Sin embargo, el analista Enrique Toussaint cree que se trata de algo que en realidad es todavía peor: que AMLO no pidió su salida sino que Radio Centro le “cortó la cabeza” a Loret de Mola como ofrenda al nuevo gobierno para quedar bien con AMLO. En su lugar, Radio Centro colocó al izquierdista Julio Astillero, quien si bien es una persona que ha llegado a mostrar ciertas discrepancias con AMLO y que le ha valido férreas críticas de los simpatizantes más duros del Peje, lo cierto es que su crítica será menos incómoda que la de Carlos Loret de Mola. 

Esta dinámica es muy parecida a la que vimos cuando Peña Nieto llegó al poder (la descara propaganda de Televisa en favor de Peña incluida) donde Pedro Ferriz fue el que fue puesto en ofrenda. Esa dinámica fue la que, en gran medida, generó el surgimiento del movimiento #YoSoy132. Dicha dinámica tampoco estuvo completamente ausente de la presidencia de Felipe Calderón donde en aquella ocasión fue quien recibió un trato preferencial en algunos medios, sobre todo dentro del conflicto postelectoral en el que el ahora presidente López Obrador lo acusó de robarse las elecciones. 

Lo más triste del asunto es que ni los medios digitales han estado exentos de este vicio. Por ejemplo, Sin Embargo, un diario digital de inclinación socialdemócrata que en sus inicios tenía a varias plumas con inclinaciones diversas, que era crítico con todas las facciones, que jugó un papel relevante en las elecciones del 2012 y que estaba comprometido con la libertad de expresión, ha tomado una postura cada vez más afín al gobierno de López Obrador, además del amarillismo y la falta de rigor periodístico (contrario a su slogan) que ha manifestado en estos últimos tiempos. La columna que escribió Ivonne Ojeda de la Torre señalando a todos los influencers o grupos que critican a AMLO parecería más una versión izquierdista de cualquier escrito de Ricardo Alemán o Pablo Hiriart que otra cosa. 

El compromiso de los medios debe ser siempre con su público. Su tarea es informarlos, hacer buen periodismo y de forma ética, y ser congruentes con su postura ideológica la cual siempre debería ser consistente, ya se sea de izquierda, derecha, o se pretenda tratar de abarcar todo el espectro político. Es una falta de respeto a su público que los medios cambien de parecer porque haya cambiado el gobierno en turno y porque les interese quedar bien con éste. 

Tal parece que el cuarto poder no ha madurado lo suficiente no ha terminado de emanciparse del poder público, del cual se benefician con su onerosa publicidad gracias a la cual pueden seguir operando.


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El Cerebro Habla.