LÓGICO, PERO MUY TARDÍO (Y ATENCIÓN AL PETRO).


Por El Lince.

El gobierno venezolano, el bueno, el de Maduro, está noqueado. Está actuando con la cuenta de protección, como los boxeadores cuando caen por un golpe y se espera que se levanten. La estúpida inacción que ha mantenido durante año y medio, permitiendo el “poder dual”, apenas le deja margen de maniobra. La cuenta sigue, 1, 2, 3…

Parece que se levanta algo, esperando, quizá, otro golpe. Y procura asestar unos cuantos puñetazos a la reacción, como el anuncio de que la Asamblea Nacional Constituyente esté estudiando la posibilidad de adelantar las elecciones parlamentarias. Un movimiento lógico, pero muy tardío. El parlamento tuvo que ser disuelto entonces, inmediatamente después de la constitución de la ANC y teniendo como referencia los reiterados intentos -con ataque armado incluido- de acabar con él y su gobierno. ¿Hay que recordar que el Tribunal Supremo de Justicia habló de “violaciones directas de la ley” por la mal llamada oposición y que el gobierno no hizo nada al respecto?

Eso se hace ahora, cuando la situación es totalmente desfavorable. Bueno, totalmente no. La reacción se ha dado cuenta del error cometido al decir que “revisaría” los contratos con Rusia y está dando marcha atrás. Lo que puede, que tampoco es mucho por la presión de EEUU. El reaccionario “presidente paralelo” dice ahora que “estudiará” los contratos firmados con Rusia y China y que si son “legales”, o sea, que si el parlamento que controla dice que lo son, “serán honrados”. Aquí está el quid de la cuestión puesto que puede utilizar el argumento, que ya ha sugerido EEUU, de “protección de los intereses nacionales” para desconocer esos acuerdos o pagar las deudas con esos países.

Eso está provocando que los chinos miren con mucho recelo al “gobierno paralelo” y sigan mostrando su apoyo a Maduro. Al igual que Rusia (que, por cierto, tiene el 49’9% del capital de la petrolera PDVSA). Y algunos países decentes en la moribunda Europa que han tenido un rasgo de valentía, como Grecia, Austria o Italia, manteniendo el reconocimiento del gobierno legal.

Cuando se inició todo, comenté que los sucesores de Chávez sólo han hecho dos cosas bien: la retirada de la OEA y el petro. Y es aquí, en el petro, donde hay que detenerse porque estamos en la misma situación que con el Irak de Saddam Husein (que renunció al dólar en el comercio petrolero), con la Libia de Gadafi (que intentó hacer lo mismo y utilizar el dinar oro) e, incluso, con el Irán de ahora, que también renunció el año pasado al dólar en el comercio petrolero (y de ahí las sanciones y la retirada de EEUU del acuerdo nuclear).

Venezuela se convierte en vital para impedir la desdolarización del petróleo. A EEUU ya le está haciendo mucho daño el petroyuan, la desdolarización de la economía rusa está muy adelantada e Irán acaba de anunciar que pronto dispondrá de su propia criptomoneda para evitar no sólo las sanciones sino el dólar de forma definitiva. Si Venezuela asienta el petro el fin de la hegemonía del dólar es inminente, a muy corto plazo.

Tal vez haya sido casualidad, pero el movimiento de EEUU con su títere venezolano se ha producido dos días después de que Irán anunciase el “cripto-rial“ que esta semana va a comenzar a operar en “pruebas” en Teherán para bancos nacionales únicamente. Si esto sale bien, el siguiente paso es el comercio exterior.

Luego había que atajar de raíz todos estos movimientos y, de nuevo, el eslabón más débil es Venezuela. Por eso Bolton, al que se ridiculiza pero que tiene la virtud de hablar claro, dijo enfáticamente que “existirá una gran diferencia económica para EEUU si podemos hacer que las compañías petroleras estadounidenses inviertan y produzcan las capacidades petroleras de Venezuela”. Todo eso de libertad, democracia, ayuda humanitaria son cuentos que ni los niños más niños se creen (aunque sí los imbéciles más imbéciles).

Y aunque estemos asistiendo a una tragedia, un poco de comicidad no vendría mal: Venezuela debería reconocer de inmediato la independencia de Catalunya, Escocia y Córcega. Sería divertido oír a británicos, españoles y franceses hablar de legalidades y derechos.