Como ya no puede cometerlo con otros partidos políticos, al elegir a su nuevo dirigente nacional, el Partido Revolucionario Institucional se autoaplicó el fraude: Hubo soborno a funcionarios de casilla con 2 mil pesos, acarreo, padrón de militantes inflado, compra del voto en mil pesos y urnas rellenas de votos antes de iniciar la jornada de ayer domingo.
El Partido Revolucionario Institucional se renueva para seguir igual, el fantasma del fraude electoral estuvo presente en el proceso de selección de la dirigencia nacional desde mucho antes de esta jornada, o al menos esa fue la denuncia de los exgobernadores de Oaxaca y Yucatán, Ulises Ruiz e Ivonne Ortega, respectivamente; al primero, de plano no le fue permitido su registro como candidato a la presidencia del CEN del PRI. Los dos siempre coincidieron en que se habían enfrentado a maniobras fraudulentas del candidato oficial, Alejandro Moreno Cárdenas, exgobernador del estado de Campeche.
En campaña, Ivonne Ortega y Lorena Piñón, únicas dos contendientes de Moreno Cárdenas, siguieron protestando por las viejas prácticas que han llevado al descrédito al PRI y provocaron su aplastante derrota en la elección federal del 2018.
En cuanto a Hidalgo, los priístas que integraron el padrón, principalmente asentados en la capital del estado, así como en la región de la huasteca, aun cuando todavía no se sabe con precisión cuantos acudieron a elegir a su nuevo líder. De cualquier manera, los liderazgos que aún conserva el PRI a nivel local expresaron mayoritariamente su respaldo a Alejandro Moreno Cárdenas, por sobrenombre "Alito".
En teoría, la de ayer fue la elección más importante en el tricolor durante los últimos años, porque se trata de su renovación, aun cuando el ganador de la contienda haya sido impuesto por la dirigencia nacional saliente -Claudia Ruiz Massieu y Enrique Peña Nieto- "para entregarle el partido al presidente Andrés Manuel López Obrador", según afirmaciones de Ivonne Ortega.
A este respecto, fue evidente que, durante la campaña presidencial del 2018, Moreno Cárdenas, entonces gobernador de Campeche, se distinguió del resto de gobernadores priístas por sus críticas extra punzantes en contra de López Obrador y, una vez que este obtuvo la victoria sobre los demás candidatos presidenciales, el priísta cambió su discurso y se deshizo en halagos hacia el nuevo presidente. Se transformó en su aplaudidor consuetudinario. Vaya pues.
La nueva dirigencia del Comité Ejecutivo Nacional, además de llevar como estigma haber surgido desde las turbias aguas del fraude, tendrá como tarea prioritaria reagrupar el escaso capital político que aún conserva en el país, aunque claramente no le será fácil acometer tan delicada misión.
Acostumbrados a mover su maquinaria electoral con los recursos del erario, al priísmo ya no le quedan recursos suficientes para operar en futuros comicios y, por si fuera poco, sus militantes siguen dejando las filas a las que pertenecieron durante muchos años y ahora el Movimiento de Regeneración Nacional, Movimiento Ciudadano y hasta el Partido Acción Nacional les están abriendo sus puertas a estos expriistas enojados y hartos de tanta putrefacción.
En este orden de ideas, lo que quedó demostrado en la elección de ayer es la imposibilidad de cambio en el tricolor: ya no entendió la nueva realidad del país y, como sentenciaron los detractores de Alejandro Moreno Cárdenas, su permanencia en el espectro político nacional depende ahora de quienes tienen las riendas del país en las manos. No se observa otro rumbo para el PRI.