ASESINATO DE INGRID ESCAMILLA.


Por Álvaro López.

Ingrid Escamilla fue asesinada cobardemente por Erik Francisco Robledo Rosas, asesino, feminicida, bestia, a raíz de una discusión.

En un país normal, esto habría suscitado una indignación y escándalo terrible. Pero estamos en México, donde ya acostumbramos a normalizar la violencia. 

Muchas personas son asesinadas a diario (como si tuviera que ser algo normal), pero la forma en que fue asesinada Ingrid (después de darle varias puñaladas, le sacaron los ojos y la desollaron) es terrible. 

Sí, hubo quien se indignó, la nota salió en la prensa. Pero la noticia rápido se va a perder dentro de toda la cotidianeidad. 

Y si algunos se indignaron, otros se burlaron:

“Tenemos como hombres que exigir justicia por el señor quien sabe qué vieja loca tenía por esposa #NiUnoMenos” dijo uno. 

“La dejó en los puritos huesos” dijo otro. 

Muchos de ellos seguramente son acosadores o violadores potenciales. 

Hubo quienes cobarde e inhumanamente compartieron las fotos del cuerpo desollado, como si la tragedia pudiese ser vista como un espectáculo. Esas personas tienen un poco de Erik en su interior. 

No es la primera vez que el morbo se manifiesta. Ocurrió lo mismo con aquel niño que disparó a sus compañeros de clase en Monterrey. Y lo peor es que la prensa llega a tener el descaro de capitalizarlo. 

Algunos hombres (y mujeres) culparon a la víctima: que es su culpa también por andar juntándose con ese tipo de gente. Algunos por ser hijos de su madre, otros por protección psicológica: la teoría del mundo justo en su máxima expresión. 

Hace dos años, la misma Ingrid había criticado al feminismo, diciendo que termina cuando su mejor argumento es “por el hecho de que somos mujeres”. Dos años después, Ingrid murió a causa más atroz violencia que un hombre le puede causar a una mujer. 

Seguramente ella no se imaginó que le podía tocar. Seguro pensó, como muchas personas, que no correría con esa suerte, que no podría ocurrirle a ella, y le ocurrió. 

Y muchas mujeres se espantan y se indignan por una noticia como esta, porque al ver que si a una mujer como Ingrid, con una vida cotidiana como la de ellas, le tocó, entonces también les puede tocar. 

Seguramente los colectivos feministas verán su tamaño crecer. Ante estos casos, más mujeres verán en estos colectivos una contención, un escudo de protección. 

Hubo algunas mujeres, leí en redes, que buscaron adjudicarle cierta responsabilidad a la víctima. De nuevo la teoría del mundo justo entra en acción. No quieren pensar que exista posibilidad alguna de que a ellas les toque: que por andarse metiendo con gente más grande, que por buscar hombres de ese tipo. No es por mamonas necesariamente, sino porque quieren protegerse psicológicamente. 

En la mañanera, AMLO no quiso responder las preguntas relacionadas con el feminicidio. Esa palabra, la de feminicidio, que causa escozor en un sector de la opinión pública. 

“Se han manipulado mucho los feminicidios… la prensa dice muchas mentiras” dijo López Obrador. 

Y es la misma discusión ideológica (que si las feministas exageran, que si esto y lo otro) lo que termina sobresaliendo dentro de la opinión pública más que el denigrante e inhumano asesinato de Ingrid Escamilla.

Seguramente mañana más de una mujer tendrá más miedo de salir a la calle. A los hombres nos matan más, pero tenemos mayor margen de maniobra para que no nos maten (no meternos en pedos), al punto en que yo me siento más seguro saliendo a la calle que lo que se siente una mujer.

Yo no tengo que estar tomando excesivas precauciones a la hora de tomar un Uber. Los riesgos que tengo en la calle también los tienen las mujeres (que me asalten, me agredan o me maten para despojarme de mis pertenencias) pero ellas tienen otros que nosotros no tenemos (que te violen, por ejemplo). 

Y ni qué decir del ámbito privado, que es donde suceden las más dolorosas tragedias. Y no solo es un tema de género (que sí está presente dentro de la ecuación) sino de instituciones que no funcionan (ni para mujeres ni para hombres), de un pacto social tan endeble que no funciona bien como contención frente a gentes enfermas e inhumanas como Erik Francisco Robledo Rosas y que orilla a muchas personas a hacer justicia por cuenta propia (con los problemas que ello acarrea). 

Yo no sé si era buena o mala persona, si cometió errores, si engañó a alguien, si fue una persona ejemplar. Pero ella no mereció morir así, de eso puedo estar seguro. Y puedo seguir hablando… 

…y podría extenderme más y más. Pero ya es noche y tengo que irme a dormir, porque mañana tengo que trabajar en mi cotidianeidad, esa que le rebataron a Ingrid. 

Pero Ingrid ya no está. 

Que en paz descanse. 

#NiUnaMás

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El Cerebro Habla.