Refinería Bicentenario, la gran estafa.



México es un país con mucha belleza, historia, cultura, vida y dignidad; el Estado de Hidalgo, tiene una ubicación geográfica extraordinaria y cuenta con grandes riquezas naturales, culturales, espirituales y humanas, pero a pesar de ello ¿Por qué no crece a la velocidad que debería hacerlo?

Algo anda mal, porque los jóvenes y las personas en general no tienen ninguna expectativa de ser más de lo que son hoy, lamentablemente no tienen ninguna posibilidad de aspirar a algo más porque el Estado no se los ofrece; algo anda mal, porque sexenio tras sexenio solo nos dan más de lo mismo; algo esta mal, porque los padres saben que la vida de sus hijos será una versión similar a la suya, esa vida frustrada y difícil debido a que nuestros gobernantes al ingresar a algún cargo público o encomienda constitucional sobreponen sus intereses personales por encima del interés público, a pesar de haber protestado respetar y hacer guardar la Constitución.

Interés público, este concepto que para la mayoría de los mexicanos es una ficción y que ha impedido en estos últimos años que algunas de las obras más importantes para México se materialicen o las que ya lo hicieron se impugnen en tribunales, justamente porque el gobernante en turno no sabe valorar ese interés de todos los ciudadanos y prefiere satisfacer sus propios intereses personales, económicos y partidistas.

Un ejemplo claro de esta problemática lo podemos observar en el proyecto de la "Refinería Bicentenario", el cual fue impulsado por la administración de Felipe Calderón y el gobierno estatal de Miguel Ángel Osorio Chong, cancelado en 2014 por Enrique Peña Nieto para modernizar la refinería ya existente en Hidalgo. Hasta la fecha el terreno continúa únicamente con la barda que señala los límites de sus 700 hectáreas.



La cancelación del proyecto en 2014 derivó, entre otras cosas, en la terminación anticipada de tres contratos por un monto de 162.9 millones de pesos, de acuerdo con un informe especial de la Auditoría Superior de la Federación (ASF).

Adicionalmente, el estado de Hidalgo adquirió en 2009 una deuda a 14 años por mil 500 millones de pesos que utilizó para comprar el terreno de 700 hectáreas, mismo que fue donado a Pemex Refinación. En 2012 el estado tuvo que contratar un crédito de mil 471 millones de pesos para reestructurar la primera deuda.

Una vez cancelado el proyecto, Pemex se comprometió en mayo de 2016 a pagar 2 mil 63 millones de pesos a Hidalgo por concepto de la compra del terreno, más intereses, en 130 pagos mensuales.

La barda que permanece como símbolo de la refinería que nunca fue, tuvo un costo de mil 388 millones de pesos, según los informes de la ASF.

Pemex y el estado de Hidalgo nunca determinaron el futuro los terrenos, cuando durante la administración de Osorio Chong estos fueron comprados a ejidatarios, incluso prometieron que las nuevas generaciones tendrían garantizado un empleo en la refinería, que le región explotaría económicamente hablando; sin embargo, utilizaron la especulación inmobiliaria para engañar y comprar a bajo costo los terrenos, pidiendo el gobierno hidalguense un crédito público millonario para ello, el cual ha sido reestructurado en beneficio del negocio político.

En efecto, sin que nadie reclamara la cuestión del crédito y los terrenos, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, el proyecto de la Refinería Bicentenario fue cancelado por Petróleos Mexicanos y el Gobierno Federal, debido a la inminente aprobación de la reforma energética que buscaba privatizar el sector petrolero de México para que políticos se enriquecieran a costa del pueblo como sucedió con el caso Odebrecht. 

Conforme a lo anterior, resulta preguntarnos ¿Cuando un proyecto bondadoso de interés público termina quebrantándose?

Cuando ese proyecto de interés público acaba convirtiéndose en uno de interés privado que solo beneficia a unos cuantos y no a toda la sociedad. Ahí es cuando la comunidad percibe que ese beneficio no es distribuido de forma equitativa, y de manera justificada.

Los grandes proyectos del Estado no se han materializado en beneficio de los mexicanos porque el interés público siempre se transforma en interés privado generando inconformidad en la sociedad, se distorsionan los principios del proyecto y bajo la sombra de la legalidad se enriquecen ilícitamente unos cuantos políticos-empresarios protegidos por un sistema gubernamental corrupto. Aquí es donde el Interés publico esta en cuestionamiento.

Conforme a lo anterior podemos decir que la “Refinería Bicentenario” fue un proyecto de interés privado, un monumento a la corrupción porque el gobierno protegió privilegios, defendió cotos y eligió ganadores. Favoreció a un capitalismo de cómplices que funciono con base en la colusión y el compadrazgo, no con base en reglas claras y transparentes, por eso es que hoy en día la gran obra de PEMEX sólo tiene una barda construida.

En efecto, la Refinería Bicentenario fue un proyecto que favoreció a unos cuantos y no a todos los mexicanos, porque el interés público se convirtió en interés privado con la compra de los terrenos que fueron donados a Pemex para que se construyera una refinería a costa del endeudamiento millonario del Estado de Hidalgo. ¿Quién fue el ganador? El pueblo no, los ganadores fueron los políticos que se enriquecieron a través de los intermediarios que compraron y vendieron tierras ejidales (o al menos eso parece). 

La ciudadanía merece una explicación coherente y la Fiscalía General de la República debería de investigar las irregularidades, ya que de acuerdo a tratados internacionales en materia de derechos humanos esos delitos no prescriben, así y bajo ese argumento juzgaron a los nazis tiempo después de la caída de su régimen.