Mujeres afrodescendientes en México


México se conforma de una pluralidad extraordinaria por raíces comunes,  así como raíces distintas que convergen configurando una gran diversidad de culturas e ideologías.  En este sentido se espera que dicha pluralidad se vea reflejada en todos los ámbitos de la esfera pública; no obstante la historia dejó una especie de partición de los seres humanos, dejando en evidente desventaja de condiciones y acceso a derechos humanos a grupos  indígenas y afrodescendientes, los cuales han sido víctimas de racismo y discriminación.

En el caso de los afrodescendientes o afromexicanxs, fue hasta el siglo XX que se les reconoció de forma institucional, y aunque se estima que representan aproximadamente el 1.6% del total de la población siendo los estados de Guerrero, Oaxaca y Veracruz quienes cuentan con más población afromexicana, no existían datos oficiales. Por mucho tiempo este sector había sido excluido, no obstante en el mes de marzo del presente año fueron censados por primera vez en la encuesta que se realiza cada 10 años por INEGI, hecho que permite visibilizar a este sector y representa un gran paso para la comunidad afromexicana.

Dicha iniciativa fue impulsada por diversas organizaciones que protegen los derechos humanos, así como por grupos feministas a razón de que como sabemos, el racismo que sufre la comunidad afromexicana y la discriminación contra las mujeres tiene puntos en común. Ambos fenómenos sociales devienen de la idea de una especie de condición de inferioridad natural. Y ciertamente existe una estructura discriminatoria histórica  que trastoca la actualidad y nos muestra nuevas caras de réplicas de discriminación mucho más sutiles. Los chistes “inocentes”, sobrenombres, prejuicios y estereotipos, marcan el inicio de un recorrido amargo y cada día más violento para mujeres y la comunidad afrodescendiente.

El racismo trasgrede profundamente limitando el desarrollo personal, profesional, social, cultural, económico y político de cada persona que lo padece. Pero, sin duda las mujeres negras viven y perciben de manera más  violenta la discriminación y el racismo.  El racismo y el género se unen en un columpio de injusticias históricas, herencia del colonialismo y el patriarcado.  Las mujeres afromexicanas se enfrentan a dos tipos de dominio, es decir, por su condición de etnia y su condición de género, a dicha situación la considero como la única suma que resta.

Entre desiguales siempre hay personas más desiguales que otras, y lamentablemente a las mujeres les ha tocado ese lacerante posicionamiento ante la esfera pública y privada, a saber:

Una de las formas de violencia que se ejerce contra las mujeres es la cosificación, es decir, se les considera como objetos sexuales por lo que dicha situación permite, entre otras cosas, que se emitan juicios de valor sobre su físico, sin embargo, las mujeres afromexicanas viven este hecho con más profundidad, el estereotipo de que una mujer negra es más exuberante y con más disposición al sexo, trae consigo comentarios incomodos, e incluso agresiones físicas y sexuales; la hipersexualización quita humanidad,  ya que desvalorizan otros aspectos, esto es, se piensa que como tienen una parte “animal” en términos sexualizados, “más exagerada”, implica  un razonamiento menos desarrollado. Por otro lado, otro problema  al que se enfrentan las mujeres afromexicanas es, el acceso a la justicia, ya que existen diversos prejuicios en el sistema jurídico que imposibilita que las mujeres denuncien en caso de haber sido víctimas de algún tipo de violencia.  

¿Cómo empezar a cambiar las mencionadas desventajas sociales de las personas afromexicanas?. Iniciemos con el lenguaje. La sociedad ha interiorizado tanto el racismo y el machismo que comete errores de lenguaje casi imperdonables, sobra decir que el lenguaje no es inocuo, porque crea valores. Negrito, morenito, trabajas como negro,  mulata,  son palabras y frases discriminatorios. En ninguna circunstancia deben ser justificables, la desigualdad  es muestra de una sociedad realmente quebrantada, construyamos una nueva justicia.