13/10/21
Los tiempos que vive la humanidad son complejos, la nueva era trae consigo una apocalíptica narrativa extraída desde el nuevo testamento, en alusión a la teología cristiana, las catástrofes naturales se han hecho presentes almenos en la última década, la ola de violencia ha crecido sin tregua alguna, los periodos de guerra en medio oriente han sido los actores de los feroces atentados terroristas en las grandes orbes del capitalismo y centros de poder.
Sí a esto le sumamos la presente pandemia que vino a mostrar lo frágil que es el ser humano, desatando el temor y la ansiedad hasta niveles estratosféricos, con una serie de manifestaciones sintomáticas que forman parte de la tercera y cuarta ola de padecimientos en la mayoría de los sobrevivientes del SARS-Cov-2, podríamos tal vez reconsiderar la urgencia de establecer, fortalecer y aceptar que la salud mental es la piedra angular de nuestra estabilidad integral.
Por ello en el marco del día mundial de la salud mental es menester retomar la Asamblea Mundial de la Salud del mes de mayo del 2021, donde los gobiernos de todo el mundo reconocieron la necesidad de ampliar los servicios de salud mental de calidad a todos los niveles, así mismo algunos países han encontrado nuevas formas de prestar atención de salud mental a sus poblaciones.
La campaña del Día Mundial de la Salud Mental de este año, lleva como lema: “Atención de salud mental para todos: hagámosla realidad”, sin embargo la realidad pragmática de estos buenos deseos distan a kilómetros de lo planteado, y es que seguimos sin observar acciones concretas, por ejemplo en el Estado de Hidalgo existen un promedio de 100 centros de salud de los cuales solo el 60% cuenta con un departamento de salud mental y la mayoría de ellos son atendidos (sin demeritar) por personal de enfermería, trabajo social o en el mejor de los casos por un médico general, lo que evidencia lo atrasados que nos encontramos en servicio e infraestructura y personal.
Y es que los profesionistas de la salud mental no hemos sido capaces de exigir a las autoridades correspondientes la actualización de las leyes afines en esta materia, por lo pronto la agudización de las secuelas por el padecimiento de covid-19, aumentan, y la variedad de síntomas se acrecenta, desde ansiedad generalizada, jaqueca, miedo, angustia, dolor en el pecho o corazón, amnesia, insomnio, perdida de peso, episodios paranoicos, agorafobia, sensación de falta de oxígeno o dificultad al respirar, hasta problemas sexuales.
Sí a esto le sumamos la presente pandemia que vino a mostrar lo frágil que es el ser humano, desatando el temor y la ansiedad hasta niveles estratosféricos, con una serie de manifestaciones sintomáticas que forman parte de la tercera y cuarta ola de padecimientos en la mayoría de los sobrevivientes del SARS-Cov-2, podríamos tal vez reconsiderar la urgencia de establecer, fortalecer y aceptar que la salud mental es la piedra angular de nuestra estabilidad integral.
Por ello en el marco del día mundial de la salud mental es menester retomar la Asamblea Mundial de la Salud del mes de mayo del 2021, donde los gobiernos de todo el mundo reconocieron la necesidad de ampliar los servicios de salud mental de calidad a todos los niveles, así mismo algunos países han encontrado nuevas formas de prestar atención de salud mental a sus poblaciones.
La campaña del Día Mundial de la Salud Mental de este año, lleva como lema: “Atención de salud mental para todos: hagámosla realidad”, sin embargo la realidad pragmática de estos buenos deseos distan a kilómetros de lo planteado, y es que seguimos sin observar acciones concretas, por ejemplo en el Estado de Hidalgo existen un promedio de 100 centros de salud de los cuales solo el 60% cuenta con un departamento de salud mental y la mayoría de ellos son atendidos (sin demeritar) por personal de enfermería, trabajo social o en el mejor de los casos por un médico general, lo que evidencia lo atrasados que nos encontramos en servicio e infraestructura y personal.
Y es que los profesionistas de la salud mental no hemos sido capaces de exigir a las autoridades correspondientes la actualización de las leyes afines en esta materia, por lo pronto la agudización de las secuelas por el padecimiento de covid-19, aumentan, y la variedad de síntomas se acrecenta, desde ansiedad generalizada, jaqueca, miedo, angustia, dolor en el pecho o corazón, amnesia, insomnio, perdida de peso, episodios paranoicos, agorafobia, sensación de falta de oxígeno o dificultad al respirar, hasta problemas sexuales.
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