Simuladores de democracia.



En Hidalgo el voto del pueblo no contó en la pasada elección, se simuló democracia mediante acuerdos políticos de las élites.

Julio Gálvez

El reciente nombramiento de Omar Fayad como embajador de México en Noruega ha desatado críticas y controversias, dando lugar a acusaciones de "gatopardismo" en la democracia hidalguense. Se argumenta que este nombramiento, lejos de representar un cambio, evidencia una continuidad en las prácticas políticas que desencantaron a muchos votantes.

Omar Fayad, exgobernador de Hidalgo, es señalado por algunos sectores como un beneficiario de la llamada estrategia "gatopardista", donde se aparenta un cambio significativo, pero en realidad, las estructuras y prácticas previas se mantienen intactas. La acusación principal es que, al traicionar al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y entregar el estado de Hidalgo a Morena, Fayad fue premiado con un cargo diplomático en Noruega por el gobierno federal.

Esta situación ha despertado la indignación de quienes votaron por un cambio real en Hidalgo, considerando que el gobierno morenista, encabezado por Menchaca, utiliza tácticas cuestionables para simular una democracia. La detención de políticos menores vinculados al gobierno de Fayad es vista como una cortina de humo que oculta la continuidad en la asignación de contratos gubernamentales a empresarios cercanos al poder.

El sentimiento de simulación y desencanto es comparado con la era de Vicente Fox en el año 2000, donde las expectativas de cambio se vieron frustradas por una realidad que resultó ser más de lo mismo. En este contexto, los hidalguenses se enfrentan a la pregunta crucial de si están viviendo un verdadero cambio o simplemente una repetición de patrones políticos.

El llamado a buscar un cambio auténtico resuena entre los críticos de esta situación, quienes sostienen que el pueblo hidalguense merece una transformación real y no solo una variación superficial en el escenario político. La designación de Fayad como embajador de Noruega se convierte así en un símbolo de los desafíos persistentes en la construcción de una democracia genuina en Hidalgo.