El PRI en crisis: Alito Moreno se aferra al poder mientras el partido se desmorona.


Jorge Montejo.

Alejandro Moreno Cárdenas, líder nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), ha descartado renunciar a su cargo a pesar de los desastrosos resultados obtenidos en las elecciones del 2 de junio, donde el partido apenas alcanzó el 9.54% de la votación presidencial. Esta cifra pone en evidencia la grave crisis que atraviesa el partido que gobernó México durante 70 años. Actualmente, el PRI solo retiene dos gubernaturas en coalición: Coahuila y Durango.

La debacle del PRI no es reciente. En 2016, el partido perdió siete de las 12 gobernaciones en juego y en 2018, con José Antonio Meade como candidato, apenas obtuvo el 16.4% de los votos, quedando en tercer lugar. La situación empeoró con la llegada de Alejandro Moreno, alias “Alito”, a la dirigencia nacional en 2019. Bajo su mandato, el PRI ha perdido 18 gubernaturas y su militancia se ha reducido drásticamente, pasando de más de siete millones de afiliados en 2019 a poco más de un millón en 2023.

Dulce María Sauri, expresidenta del PRI, advirtió que el partido podría seguir el camino del PRD, que está a punto de perder su registro a nivel nacional. Sauri señaló la centralización del poder en Moreno como una de las principales causas de la crisis del PRI, criticando su incapacidad para ceder espacios a nuevas corrientes dentro del partido.

José Encarnación Alfaro, exsecretario de Organización del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), coincidió en la necesidad de una reforma profunda: “Si el PRI no se reforma, refunda o renueva, va derecho a la extinción”. Alfaro subrayó que el partido sigue operando con una estructura anacrónica que no se ajusta a las necesidades actuales.

La extensión del mandato de Moreno hasta después de las elecciones de 2024, decidida por el Consejo Político Nacional en diciembre de 2022, ha sido otro punto de controversia. Esta decisión ha concentrado aún más el poder en Moreno, marginando a otras voces dentro del partido.

Además, Moreno enfrenta varios procesos legales. La Fiscalía de Campeche solicitó retirarle el fuero para investigarlo por enriquecimiento ilícito, y la Fiscalía General de la República también lo investiga por tráfico de influencias, desvío de fondos federales, lavado de dinero, enriquecimiento ilícito y fraude fiscal. A esto se suman los videos revelados por la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, que implican a Moreno en presuntas actividades ilícitas.

Frente a este panorama, figuras como Dulce María Sauri y José Encarnación Alfaro insisten en la necesidad de una renovación interna. Alfaro destaca que el Tribunal Electoral ha establecido agosto de 2024 como plazo para iniciar el proceso de renovación de la dirigencia. “Esperemos que sean congruentes para que se cumpla con esa disposición y luego haya ejercicio de reflexión y de reforma interna”, señaló Alfaro.

Sauri propone mirar hacia los jóvenes y los liderazgos que han dado resultados en condiciones adversas, como en Coahuila y Durango, para revitalizar el partido. “El PRI necesita no solo renovarse, sino asumir una nueva visión sobre el papel de las oposiciones en México”, afirmó.

La crisis del PRI es profunda y multifacética, abarcando desde la pérdida de poder territorial hasta la disminución drástica de su militancia. La concentración de poder en Alejandro Moreno y los problemas legales que enfrenta agravan aún más la situación. Sin una reforma profunda y la inclusión de nuevas voces y liderazgos, el futuro del PRI parece cada vez más incierto. La comparación con el PRD es una advertencia clara de lo que podría suceder si el partido no logra reinventarse a tiempo.