
Alonso Quijano
La presidenta Claudia Sheinbaum aseguró que México no se someterá a la imposición de aranceles de Estados Unidos y que, de ser necesario, buscará alternativas comerciales con Canadá y otros países. Sin embargo, su postura parece más una estrategia de espera que un verdadero plan de acción.
“Es un momento muy definitivo para México”, declaró en su conferencia matutina, dejando claro que la respuesta del país dependerá de la llamada que, según sus propias palabras, “parece que será en la mañana” con el presidente Donald Trump. Mientras tanto, convoca a la ciudadanía a un evento masivo en el Zócalo el domingo, donde dará a conocer las medidas con las que México responderá.
Más que un mensaje de contundencia, la postura de Sheinbaum refleja una estrategia de reacción en lugar de prevención. A pesar de afirmar que su gobierno tiene planes A, B, C y D, la realidad es que todo sigue condicionado a la decisión de Trump. México enfrenta un posible golpe económico si las tarifas del 25 % se mantienen, afectando industrias clave como la automotriz, cuyo rechazo a los aranceles ha sido evidente.
Sheinbaum también intentó desviar la responsabilidad de México en el conflicto comercial, cuestionando: “¿Qué, nosotros somos culpables de que las empresas hayan decidido venir a México para exportar a Estados Unidos?” Un argumento válido, pero que no cambia el hecho de que Washington sigue viendo a México como un actor clave en la disputa comercial.
Además, la presidenta insistió en que las medidas de Trump no van dirigidas a México, sino a China y Canadá. No obstante, esto no impide que la economía mexicana se vea directamente afectada. El golpe al comercio binacional es innegable, y la única certeza en este escenario es que el gobierno de México sigue sin presentar una respuesta concreta más allá de las declaraciones patrióticas.
El evento del Zócalo servirá como un acto de reafirmación política, pero la realidad es que la presión económica requiere más que discursos. Mientras Sheinbaum insiste en la dignidad y la soberanía, la pregunta sigue en el aire: ¿realmente tiene una estrategia efectiva o solo está esperando a ver qué decide Trump?
“Es un momento muy definitivo para México”, declaró en su conferencia matutina, dejando claro que la respuesta del país dependerá de la llamada que, según sus propias palabras, “parece que será en la mañana” con el presidente Donald Trump. Mientras tanto, convoca a la ciudadanía a un evento masivo en el Zócalo el domingo, donde dará a conocer las medidas con las que México responderá.
Más que un mensaje de contundencia, la postura de Sheinbaum refleja una estrategia de reacción en lugar de prevención. A pesar de afirmar que su gobierno tiene planes A, B, C y D, la realidad es que todo sigue condicionado a la decisión de Trump. México enfrenta un posible golpe económico si las tarifas del 25 % se mantienen, afectando industrias clave como la automotriz, cuyo rechazo a los aranceles ha sido evidente.
Sheinbaum también intentó desviar la responsabilidad de México en el conflicto comercial, cuestionando: “¿Qué, nosotros somos culpables de que las empresas hayan decidido venir a México para exportar a Estados Unidos?” Un argumento válido, pero que no cambia el hecho de que Washington sigue viendo a México como un actor clave en la disputa comercial.
Además, la presidenta insistió en que las medidas de Trump no van dirigidas a México, sino a China y Canadá. No obstante, esto no impide que la economía mexicana se vea directamente afectada. El golpe al comercio binacional es innegable, y la única certeza en este escenario es que el gobierno de México sigue sin presentar una respuesta concreta más allá de las declaraciones patrióticas.
El evento del Zócalo servirá como un acto de reafirmación política, pero la realidad es que la presión económica requiere más que discursos. Mientras Sheinbaum insiste en la dignidad y la soberanía, la pregunta sigue en el aire: ¿realmente tiene una estrategia efectiva o solo está esperando a ver qué decide Trump?