
Jorge Montejo
En Hidalgo, la Cuarta Transformación ha mutado en algo tan surrealista que ni George Orwell lo habría previsto: ahora, los juniors del priismo y expriistas de abolengo son los encargados de defender los principios de Morena ante el Consejo Nacional. Sí, esos mismos que durante décadas se alimentaron del sistema que hoy, en teoría, combatimos.
Morena, el partido que nació para erradicar el nepotismo, la corrupción y el derroche, ha sido colonizado por los mismos apellidos que alguna vez fueron sinónimo de impunidad. Ahora se pasean como redentores del movimiento, con línea directa a Palacio, discursos de ética en la boca y un Audi blindado estacionado en doble fila. La política en Hidalgo ha alcanzado su clímax tragicómico: los que fueron verdugos ahora se disfrazan de víctimas del sistema… que ellos crearon.
El gobierno, que pudo pasar a la historia como el más poderoso de Hidalgo tras el tsunami AMLO, decidió en su lugar gobernar con los mismos empresarios, caciques y exfuncionarios que antes eran parte de la “mafia del poder”. En lugar de aprovechar la fuerza de las bases morenistas y pasar a la historia, optó por el capitalismo de cuates: el viejo PRI maquillado con la brocha de la 4T. Eso sí, todo muy ético, muy republicano y muy “austero”… en papel.
Porque ahora resulta que aprobaron con gran solemnidad y fanfarria en el WTC de la Ciudad de México los “lineamientos para el comportamiento ético” en Morena. Prohibido el turismo político, los vuelos en primera clase, los lujos, el uso de recursos públicos para fines personales… ¡Aplausos de pie! Pero, ¿quiénes los aplicarán? Exacto: los mismos juniors expriistas que viajaban a Miami mientras sus papás firmaban contratos amañados en Pachuca.
La estrategia fue tan simple como cínica: usar a los verdaderos luchadores de izquierda para abrirse paso en el partido, y cuando el PRI cayó, tomar su lugar como si siempre hubieran sido del “movimiento”. Lo peor es que ni siquiera tienen que fingir muy bien: el efecto AMLO fue tan arrollador que, en Hidalgo, hubieran puesto a Juan Vargas (de la película La Ley de Herodes) de candidato y ganaba… sin necesidad de hacer alianzas con la vieja guardia priista.
¿Para qué se necesitaban expriistas si la victoria ya estaba garantizada? ¿Para qué compartir el poder con quienes durante años se enriquecieron a costa del pueblo? Ah, claro: porque las campañas se financian solas, pero los favores se pagan con contratos, licitaciones y puestos.
Morena dice que la parafernalia del poder pertenece al pasado. Pero en Hidalgo, ese pasado se toma selfies en los eventos oficiales, viste guayaberas bordadas con hilos de oro, y se declara regenerado bajo la bendición de la 4T. La transformación llegó, sí, pero disfrazada con apellidos de siempre y promesas recicladas.
Y así, mientras los documentos de ética se leen con solemnidad en las asambleas nacionales, en la realidad hidalguense los mismos de antes gobiernan como siempre, solo que ahora en nombre del pueblo.
Porque en Hidalgo, la austeridad también se hereda.
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P.D. No se sorprendan si en unas semanas vemos a los mismos morenistas que gritaban “fuera el PRIAN” ovacionando de pie a algún junior con apellido de abolengo o a un exgobernador tricolor reciclado como “adalid del pueblo”. Total, en la 4T ya no hay traidores, sólo compañeros “reeducados”.