
Alonso Quijano
Washington, D.C., 3 de junio de 2025. — En una nueva escalada proteccionista, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó este martes un decreto que eleva de 25 a 50 por ciento los aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio, sectores que su administración considera clave para la seguridad nacional y la soberanía industrial del país.
La medida, que entrará en vigor al primer minuto del miércoles, ha sido justificada por la Casa Blanca como una forma de frenar el “dumping” de excedentes a bajo precio que —según Trump— siguen inundando el mercado estadounidense. El decreto también menciona que este incremento es necesario para proteger empleos y asegurar el autoabastecimiento de materiales esenciales para industrias como la automotriz y la construcción.
El endurecimiento de la política arancelaria estadounidense no distingue entre aliados y competidores. Canadá, principal proveedor de acero para EE.UU., junto con Brasil, México y Argentina —que abastecen buena parte del acero y el aluminio consumido en el país—, serán directamente afectados. Tan solo en 2024, Estados Unidos importó cerca de la mitad del acero y aluminio que utilizó.
El gobierno de Canadá ya respondió con una denuncia ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), argumentando que estas medidas violan acuerdos internacionales. Mientras tanto, Trump, durante un mitin en una planta siderúrgica de US Steel en Pensilvania, afirmó con tono triunfalista: “Nadie podrá robarles su industria”.
La decisión, sin embargo, podría tener efectos adversos no solo en las relaciones diplomáticas, sino en los precios internos y en la estabilidad de los mercados globales. A medida que se aproxima la contienda electoral de 2028, Trump vuelve a apostar por su discurso de “América primero”, aunque eso implique tensar aún más el ya frágil equilibrio del comercio internacional.