EE. UU. suspende visas a más de 50 políticos mexicanos en el pulso por el narco



Julio Gálvez

15 de octubre de 2025

En un golpe sutil pero demoledor del poder diplomático, el gobierno de Estados Unidos ha cancelado las visas de al menos 50 políticos mexicanos, entre ellos líderes de Morena, gobernadores estatales y personajes cercanos al expresidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Así lo revela un informe original de Reuters publicado este martes.

La decisión ocurre en un momento de máxima tensión: desde la Casa Blanca, el presidente Donald Trump ha prometido mano dura contra el narcotráfico. Pero ahora el combate parece extenderse más allá de los carteles: la frontera simbólica entre la política mexicana y la presión estadounidense parece borrarse.

El teatro del secreto: voces anónimas y silencios institucionales

Curiosamente, pese a que al menos 50 políticos fueron afectados —según dos funcionarios mexicanos entrevistados por Reuters— los nombres apenas han trascendido públicamente. Las normas del Departamento de Estado permiten revocar una visa sin necesidad de explicación alguna, cuando se consideren que las actuaciones de un individuo van en contra de los “intereses nacionales” de Estados Unidos, incluidas la corrupción, el narcotráfico o el espionaje.

La estrategia oficial es el silencio: las autoridades estadounidenses raramente notifican al gobierno mexicano ni ofrecen motivos. En la conferencia matutina de Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo dijo lo siguiente cuando se le preguntó por los nombres afectados: “No tenemos información. El gobierno de Estados Unidos ha sido muy claro en esto, en que es una información personal. Quien lo sabe es la persona que en todo caso le hayan retirado la visa, pero no es una información que ellos compartan con el Gobierno de México, a menos de que hubiera una investigación que tuvierEl rechazo del Ejecutivo mexicano de recibir una lista oficial solo alimenta las especulaciones. ¿Cuántos políticos entienden ahora que caminan sobre una cuerda sin red, donde su libre tránsito internacional puede desaparecer de la noche a la mañana?

Casos públicos que sugieren un patrón

Algunos de los casos individuales afloran con incómoda claridad: 

Juan Francisco Gim, alcalde de Nogales (Sonora), fue informado en agosto de que su visa fue revocada. Gim negó vínculos con el crimen organizado o procesos legales en su contra, aunque fuentes señalan que este municipio ha sido detectado como una ruta clave de ingreso de fentanilo hacia Estados Unidos. 
 
Marina del Pilar Ávila Olmeda, gobernadora de Baja California, y su esposo Carlos Torres, ex encargado de proyectos estratégicos, anunciaron en mayo la cancelación de sus visas. Aseguraron que no existía acusación alguna ni en México ni en Estados Unidos.

Hernán José Vega Burgos, quien el 5 de febrero perdió la visa tras ser vinculado con una presunta red de explotación sexual durante su etapa como delegado estatal del INM. A pesar de eso, Vega Burgos fue electo magistrado del Poder Judicial.

Melissa Cornejo, consejera estatal de Morena en Jalisco, vio anulada su visa el 12 de junio por orden del subsecretario de Estado Christopher Landau, tras criticar en redes sociales. Landau calificó uno de sus mensajes de “vulgar posteo”, aunque luego indicó que Cornejo ni siquiera había completado el trámite.

Estos casos parecen bordear una estrategia calculada: políticos locales, voces incómodas, figuras morenistas. Un escenario en el que el uso de la visa se convierte en garrote diplomático.

Trump y el arma de la “visa revocable”: nuevas reglas del juego

Para entender la dimensión del movimiento, conviene mirar la política estadounidense. En Washington se considera que el control migratorio, y en particular la revocación de visas, es una herramienta flexible de poder blando. Bajo la administración Trump, ese instrumento se ha activado de formas inéditas.

Fuentes diplomáticas consultadas por Reuters aseguran que, aunque revocar visas a funcionarios extranjeros no es en sí una novedad, nunca se había hecho con semejante escala ni volumen en México. Tres exembajadores estadounidenses han opinado que esta expansión responde al estilo de mando duro de Trump, usando esta medida como palanca de presión sobre gobiernos y partidos ajenos.

Desde el Pentágono y agencias como la DEA hasta el Departamento de Estado, la lógica es simple: al convertir ciertos cárteles en organizaciones terroristas, el acceso a inteligencia y la participación en redes transnacionales adquiere peso en las decisiones de visado. En otras palabras, un vínculo real o sospechado con estas redes puede condenarte a quedar “visa-absoluto”, sin necesidad de juicio o explicaciones públicas.

Implicaciones tectónicas para México

Esta ofensiva diplomática no es solo un acto simbólico, tiene consecuencias de fondo:

Parálisis de viajes oficiales y agenda internacional
Muchos de los afectados suelen viajar a EE. UU. por razones políticas, académicas o de colaboración bilateral. Al perder ese derecho, se debilita la movilidad y preside la autoprecaución. 

Aunque la medida no se limita a Morena, la presencia de numerosos nombres del partido oficial otorga una lectura política: quienes se aparten de ciertas líneas podrían quedar vetados por Washington.

La explicación unilateral de EE. UU., sin transparencia ni consulta previa, podría generar roces crecientes. Funcionarios mexicanos ya advierten que podría tensarse la cooperación en seguridad si revocar visas se convierte en parte del nuevo manual diplomático. 
 
Al mantener el silencio sobre los motivos, se habilita una forma moderna de disciplinamiento: nadie sabrá si fue por corrupción, por expresiones políticas o por simples presunciones de vínculo con el narco. El miedo a que cualquiera pueda quedar marcado sin aviso podría conducir a la autocensura.

¿Un nuevo capítulo en la hegemonía asimétrica?

Lo que está en marcha puede ser interpretado como un redefinición de la relación México-Estados Unidos bajo una óptica de poder asimétrico. La visa deja de ser solo un permiso migratorio para transformarse en un mecanismo de control político transnacional.

En el tablero geopolítico, Trump puede leerse no solo como el presidente que declaraba “mano dura” contra el narcotráfico, sino como el presidente que decidió utilizar la diplomacia y el visado como espada oculta: corta silenciosamente los puentes, segrega actores incómodos y extiende su influencia indeleblemente.

Para México esto representa un desafío serio: aceptar la política de “revocación invisible” es permitir que un país exterior edifique sanciones diplomáticas sin rendición de cuentas. La soberanía nacional deambula hoy entre la discreción estadounidense y la interrogante: ¿quién será el siguiente?