Editorial
En días
pasados, y luego de que fuera una promesa de campaña que Enrique Peña Nieto,
así como su gabinete, realizaran su declaración patrimonial, los funcionarios de
primer nivel, no dijeron todo lo que en realidad tienen, es decir que algunos
se negaron a decirlo, y manifestaron que la gran mayoría de su patrimonio había
sido adquirido por medio de donaciones, pero eso si, no especificaron de que
tipo y mucho menos ¿De quién?
Algunos
de los secretarios, según dice el IFAI (o como diría Enrique Peña Nieto:
Instituto de Información y de Acceso a la Opinión Pública de toda la
Información Disponible para la Ciudadanía desde el Gobierno) ganan más que el propio Presidente, y también
menciona que las mujeres ganan muchísimo menos, pero la gran sorpresa fue que
no dijeron todo lo que tienen y lo que según tienen había sido producto de
donaciones y herencia, pero nunca manifestaron las cantidades y monto de lo que
cuesta cada una de sus mansiones, piezas de arte, joyas, yates, y hasta
motocicletas Harley.
El Primer Mandatario de la Nación,
Enrique Peña Nieto, tampoco especificó en su declaración de bienes los montos
de sus “ahorros”, propiedades, cuentas bancarias y fondos de inversión, entre
otros, tampoco lo hicieron los 25 funcionarios que integran su gabinete legal;
es decir, los de primer nivel y que encabezan las áreas más importantes del
gobierno federal siguieron el ejemplo de su jefe, pero la historia demuestra
que el buen juez no ha empezado por su casa… y las declaraciones patrimoniales dejan
más dudas que certezas.
Pobre México en materia de
transparencia estamos por los suelos, los políticos hacen lo que quieren, hoy
en día, los ciudadanos podemos sentirnos decepcionados por la calidad ética de
nuestros funcionarios, quienes bajo la sombra de la legalidad esconden la
corrupción.