LOS CHINACOS LEALES Y FIELES AL LIC. BENITO PABLO

Por Miguel Ángel Serna Ortega
Investigador Histórico

Chinaco fue un guerrillero liberal mexicano durante la guerra de Independencia, la guerra contra los Estados Unidos y la intervención francesa en México. Se distinguieron por su valor y habilidad pese a su falta de disciplina militar.

Caballista del siglo XIX, que a diferencia del charro no era un rico hacendado o empleado de confianza de una hacienda sino un hombre "del pueblo".

Atuendo típico de la Nueva España y el primer siglo del México independiente. Vestimenta de chinaco del siglo XIX exhibida en el Palacio de Cortés de Cuernavaca.

Durante el período virreinal, los mestizos pertenecían a las castas que realizaban los empleos de servidumbre, carga y otras labores que implicaban fuerte desgaste físico, eran llamados "chinos". Se supone que los pertenecientes a esta casta (que no tenían nada que ver con China o con poblaciones de origen asiático) tenían tres cuartas partes de sangre indígena. Es por esto que hasta el día de hoy en México llaman al cabello crespo o rizado "pelo chino". Con el tiempo, los criollos y españoles comenzaron a llamar "Chinacos" en general a los mestizos de las diversas castas tuvieran o no ancestros indígenas.

Después de la Conquista, los caballos estaban prohibidos para los indígenas pertenecientes al pueblo llano, los caciques, nobles, y sus descendientes sí podía tener caballos, y en menor medida para los mestizos, sobre todo a los que habitaban en las ciudades o cerca de las comunidades indígenas. Pero la necesidad de empleados en las haciendas ganaderas hizo que el virrey Luis de Velasco otorgase el primer permiso escrito para la Hacienda de San Javier en el actual estado de Hidalgo y "pudieran montar libremente caballos con silla, freno y espuelas". Así se fueron creando creando el estilo hípico nacional y la silla mexicana que es hija de la española y nieta de la árabe, pero adaptada a las faenas de campo.

Los mestizos libres hacia el final de la época virreinal y principios del siglo XIX tenían en gran estima sus cabalgaduras y avíos ya que las antiguas leyes les permitían únicamente la propiedad burros o mulas y solamente podían montar los caballos propiedad de sus patrones y trabajando para éstos. Así pues, el chinaco era más que un hombre del pueblo para convertirse en un orgulloso jinete. Lo que representaba independencia personal y respeto en su ámbito cultural.

La mujer del chinaco era la china. La vestimenta de los chinacos, que usaban vistosos sarapes era parecida a la del campero andaluz. Con sombrero similar al castoreño, pero de alas más anchas, y calzón de manta largo cubierto por otro pantalón de gamuza abierto de los lados exteriores los cuales eran abrochados por una botonadura que dio lugar a la que posteriormente han usado los charros, las chaparreras, que en aquel entonces tenían una indumentaria un poco más parecida a la del chinaco, pero más ostentosa. Utilizaba en faenas las reata de ixtle, para lazar el ganado, y en combate la lanza para sus temibles cargas de caballería. Otra característica fue el empleo de un pañuelo anudado sobre la cabeza.

La montura adornada con trabajo de talabartería, cincho, arciones anchas y gran fuste, tipo "Silao", de medio queso o bien queso completo, fue la misma que conocieron y copiaron los nuevos colonizadores anglosajones en los territorios de California, Nuevo México, Arizona y Texas. Tal silla llevaba en la parte posterior, atrás de la "teja" los llamados vaquerillos, que eran dos piezas de piel de cabra para adornarla, o para, cuando llovía, pudiera el jinete cubrirse la espalda.

"Chinaco" originalmente era el masculino de "China", término con el que se denominaba a una de las castas en la época colonial, con el tiempo comenzaron a llamar así a gente del campo, mestiza.

Los chinacos peleaban tanto del lado de los liberales como de los conservadores durante la Guerra de Reforma.

Sin embargo, la fama de los chinacos se haría mundial durante la Intervención Francesa, época en la que enfrentaron y en varias ocasiones derrotaron al ejército expedicionario francés de Napoleón III, quien había instaurado con la ayuda del partido conservador a Maximiliano de Habsburgo como emperador de México; los chinacos que combatieron en el bando liberal enfrentaron al invasor hasta que este fue derrotado, y el emperador Maximiliano ejecutado en Querétaro en 1867.

El líder insurgente Vicente Guerrero debido a su origen campesino y popular solía también vestir de chinaco.

La concepción del charro mexicano en el siglo XIX fue muy distinta a la conformada por el imaginario posrevolucionario nacionalista del siglo XX.

Como un antecedente directo de esta figura icónica en la cultural popular mexicana, el ranchero-chinaco del siglo XIX fue asumido como la personificación simbólica de la heroicidad virilidad con un sentido de pertenencia a la tierra, que al mismo tiempo consolidó valores como la dignidad, el poder y la heroicidad.

El chinaco bien puede derivarse del sistema de castas virreinal del siglo XVIII, la cual se encargó se hacer un registro visual de la sociedad.

Así, el chinaco puede relacionarse con el “coyote” hijo del mes-tizo e indígena, cuya imagen apareció por primera vez en el álbum “trajes populares de las diferentes regiones de la península”, realizada por el francés Antoine Devere (1726-1792), quien se encargó de ilustrar textos literarios en España.

Esta imagen constituye la primera representación del caballero mexicano, si bien su indumentaria se vincula más con la clase terrateniente española de la época.

Por su tipificación popular, el chinaco se le atribuyó al principio un sentido negativo de pertenencia al arrabal; no obstante, a medida que transcurrió el siglo y también gracias a la lucha independentista, esta efigie empezó a convertirse en un personaje patriótico.

Por ejemplo en la obra “Ranchero mexicano” de Claudio Linati, proveniente del álbum “Trajes civiles, militares y religiosos de México” realizada en 1828 e impresa en Bruselas, se describe visualmente a este personaje, donde podemos relacionarlo con el advenimiento de un nacionalismo a ultranza.

Si bien no se observa el rostro del ranchero, se advierte un gesto bravío con su caballo combatiendo a las fuerzas realistas. La minuciosidad en la indumentaria es evidente, destacando la bota compañera y la cotona (chaqueta) originaria de la región salamantina.

Por ejemplo, en el Museo Nacional de Historia se conserva una chaqueta corta de lana café con seda bordada con lentejuela e hilos de oro perteneciente a José María Morelos y Pavón.

Esta prenda muestra ya los elementos posteriores que habrían de hacer conocidos los trajes de chinacos y charros mexicanos. El hecho de pertenecer a un héroe histórico de la independencia del país, reviste a la obra de un nuevo significado simbólico.

Cabe mencionar que los álbumes litográficos de la época se dieron a la tarea de ostentar la sociedad mestiza en su transición hacia una colectividad que podía ser denominada como mexicana; es por ello que representaron al ranchero como parte de la estructura social de los tipos populares con una buena dosis de “Pintoresquismo”.