MI PATRIA ES PRIMERO

Por Miguel Ángel Serna Ortega
Investigador Histórico.

Dicen los historiadores que la mañana del 4 de abril de 1782, en la ciudad de Tixtla, el armero Juan Pedro Guerrero y su segunda esposa, María Saldaña, tuvieron su primer hijo. Siguiendo la costumbre de la época, lo bautizaron al año siguiente, el 9 de agosto. Lo llamaron Vicente Ramón Guerrero Saldaña. Desde muy joven trabajó como arriero entre Tixtla y la Costa Grande, siendo hijo de un armero, inicia su carrera militar en 1810 abrazando la causa libertaria y sentando plaza en las filas insurgentes al mando del valiente Hermenegildo Galeana, el inolvidable Tata Gildo; por su valor y decisión en los combates fue nombrado capitán.

Destaca como militar el 22 de febrero de 1812 en la batalla de Izúcar. Acompaña a Morelos en la toma de Oaxaca y recibe de éste la encomienda de organizar la rebelión en el sur de Puebla. Fabrica pólvora, funde artillería y engrosa sus tropas, lo que le vale sonados triunfos militares. José María Morelos y Pavón lo nombran teniente general y lo comisiona para que extendiese el fuego independentista en la región de Veracruz.

El 22 de enero de 1814, cuando el Congreso organizado por Morelos e Ignacio López Rayón llegó a Tlacotepec, estuvo protegido por las tropas de Guerrero. Cuando se registró el ataque a Chilapa, en donde se encontraba el realista José de la Peña con más de 300 soldados, Guerrero, que se encontraba en Papalotla, sin armas y con muy pocos hombres, tenía que atravesar el río Tecachi. La travesía la hizo por la noche, los hombres nadaron y armados con palos lograron sorprender a De la Peña en su propio campo. Los insurgentes desarmaron a los realistas, se apoderaron de su arsenal y los que no lograron huir fueron aprehendidos. De ahí, Guerrero se retiró al rancho de Olomotlán, para organizar a su gente. El 22 de diciembre de 1815 Morelos fue fusilado en San Cristóbal Ecatepec; misma suerte había corrido Matamoros y Mina, en tanto que Bravo y Rayón se encontraban prisioneros. Todo parecía indicar que la causa estaba pérdida. Sin embargo, en el sur de México volvió a surgir Guerrero convirtiéndose en el único caudillo que mantenía vivo el fuego libertario. A partir de ese momento, fueron muchos los triunfos que se sumaron a su campaña, aunque obviamente también sufrió derrotas, como la ocurrida en la cañada de Los Naranjos. Posteriormente el destino sonreía a Guerrero; triunfó en Ajuchitlán, Santa Fe, Tetela del Río, Cutzamala, Tlalchapa y Cuatlotitlán.

Es entonces cuando el virrey de Apodaca se convenció de que por los medios ordinarios jamás sometería a Guerrero, cambia de táctica y le envía a Don Pedro Guerrero, padre de Vicente, que se había vuelto partidario del realismo español, como emisario de paz y ofreciéndole el indulto. Nada hizo cambiar las ideas del general insurgente, ni siquiera ver a su padre de rodillas y con lágrimas en los ojos, a lo que Guerrero repuso: “Señores, este es mi padre, ha venido a ofrecerme el perdón de los españoles, yo siempre lo he respetado, pero la patria es primero”.

En 1818 derrota a Armijo y obtiene un cuantioso botín de guerra que le permite armar a un ejército para reinstalar el gobierno creado por Morelos. El Virrey Apodaca puso fuerzas al mando de Agustín de Iturbide quien el 16 de noviembre de 1820 salió de la capital mexicana para batirlo; varias veces se enfrentaron Guerrero e Iturbide pero siempre triunfo el primero. Iturbide cambio la táctica; le envió una carta en la que le exponía sus propósitos de independencia. A ella contestó el valiente insurgente: “…. Que todo lo que no sea concerniente a la total independencia, lo demás, lo disputaremos en el campo de batalla”.

Iturbide, en otra carta fechada el 4 de febrero de 1821 lo invitó por segunda vez para que se entrevistaran en la ciudad de Chilpancingo y acordar la independencia. Guerrero, concurrió así al famoso “Abrazo de Acatempan” y para el 24 de febrero se promulga el Plan de Iguala con el cual se unen los ejércitos (insurgentes y realistas) formando así el ejército de las tres garantías o ejército Trigarante entra a la ciudad de México desde diferentes rumbos, formando una columna al frente de la cual iba Agustín de Iturbide, consumando así la independencia de México.

Cuando Iturbide fue miembro de la Regencia recibió el respaldo de Guerrero, quien incluso lo llegó a reconocer como emperador, pero finalmente rompió con él. Al abdicar Iturbide, Guerrero participó como mimbro del “Supremo Poder Ejecutivo” y participo también en los primeros años como jefe de la Logia Yorkina, que por entonces hacía las veces de partido político, posteriormente es nombrado general de división. 

Guadalupe Victoria asume la primera presidencia de la república y Nicolás Bravo, se alzó en armas en contra de su gobierno; en 1828, Guerrero fue enviado a combatirlo, donde lo derrotó en Tulancingo. Al triunfar en las elecciones presidenciales de 1828 Manuel Gómez Pedraza, los yorkinos, cuyo candidato era Guerrero, se levantaron exigiendo la expulsión de los españoles. El Congreso anuló los votos a Gómez Pedraza y eligió a Guerrero como presidente; este acto causó tal oposición, que el Congreso tuvo que desconocerlo, entonces Don Vicente se retiró a las montañas del sur y allí encabezó una rebelión contra el gobierno.

El mismo año Guerrero figuró como candidato a la presidencia de la república mexicana, a pesar de que contaba con muchos partidarios por haber sido una figura durante la lucha insurgente mexicana, el voto no lo favoreció. Posteriormente, fue designado presidente, tomando posesión el 1 de abril de 1829. Guerrero dejó su puesto de presidente el 16 de diciembre de 1829 ya que el congreso lo declaró imposibilitado para gobernar. Es entonces cuando decide dirigirse al sur, donde combatió durante sus años de lucha independentista, creándose una nueva guerra civil.

Se mantuvo en armas hasta 1830. Ocupó la primera magistratura Anastasio Bustamante y Antonio Facio fue nombrado ministro de Guerra; éste se puso de acuerdo con el capitán italiano Francisco Picaluga comandante del buque “Colombo” para que aprovechándose de la amistad que tenía con Guerrero y mediante el pago de 50,000, lo invitara a comer para hacerlo prisionero, al caer en la trampa lo entrego al gobierno el 25 de enero de 1831 en Huatulco.

Guerrero fue procesado y conducido a Oaxaca acusado del delito de rebelión; su proceso fue una farsa pues la sentencia de muerte no se hizo esperar; fue fusilado en Cuilapan, Oaxaca, el 14 de febrero de 1831, terminando asi la vida de este brillante caudillo de la independencia de México.

Raquel Huerta-Nava en su libro El guerrero del alba, habla sobre el insigne Tixtleco: más que de acción, Guerrero fue un hombre de resistencia. Lo hirieron varias veces y no se rendía; tantas veces lo derrotaron y no se cansaba. Una y otra vez volvía a armar su ejército. Obviamente no fue un pensador de primer nivel como Fray Servando Teresa de Mier. Ni un literato como Joaquín Fernández de Lizardi, o un político, economista e ideólogo como Lucas Alamán. Fue un militar, con educación media, toda su vida al servicio del ejército, de las armas, de la insurgencia. Llego a desarrollar toda una postura ideológica y política que se percibe en sus manifiestos y en su correspondencia privada.