SOCIEDAD INCRÉDULA

Fracaso del Modelo Electoral Mexicano.

Por Yunuen Rodríguez.
Twitter: @Yunn90

La justicia y la equidad electoral en México son temas que han aquejado la vida política de nuestro país desde hace ya varios años, son protagonistas de divisiones y debates entre los ciudadanos, en medio de un panorama en el que parece que los comicios electorales dejaron de usar las urnas como herramientas de lucha por la democracia y en cambio se han convertido en el reflejo de prácticas fraudulentas del poder.

El descrédito actual de los partidos políticos y sus actores, de las autoridades electorales y de las instituciones gubernamentales ha provocado la desvalorización de las elecciones, pues dejaron de ser percibidas como un recurso valioso para la construcción de una sociedad libre de violencia, que garantice la paz pública y el ejercicio de los derechos humanos; situación que ha incrementado considerablemente el abstencionismo, tanto a nivel local como federal, así mientras la tendencia del voto duro baja, el apartidismo aumenta entre los mexicanos.

En este contexto la encuesta nacional de Parametria, indica que “cada vez hay más votantes que dejan de ser leales a su partido”, asimismo señala que 47% de la población no se siente identificada con alguno de los diez partidos políticos del país, colocando al Partido Revolucionario Institucional (PRI) como aquel que más ha perdido identidad partidista, es decir, el voto leal a una fuerza política, aquel que se mantiene independientemente de cualquier circunstancia. En segundo lugar le sigue el Partido de la Revolución Democrática (PRD), mientras que el Partido Acción Nacional (PAN) se mantiene estable. De igual forma expone que la baja en la identidad partidista ha generado que los mexicanos definan su voto a partir de observar quién es el candidato y no de que partido proviene.

Ante estas cifras y con la nueva reforma político-electoral es evidente que las elecciones 2015, en las que se renovarán más de 2 mil cargos de elección popular, enfrentan grandes retos en torno a las nuevas medidas de fiscalización de recursos de partidos políticos, precandidatos y candidatos; al acceso a medios y al modelo de comunicación política, así como a la introducción de candidaturas independientes, al actuar del recién creado Instituto Nacional Electoral (INE), a la apatía ciudadana y sobretodo respecto a las condiciones político-sociales que enfrenta el país, ya que se teme una posible influencia del crimen organizado en los comicios locales de entidades como Guerrero, Michoacán y Oaxaca.

La realidad actual de México es de mucha complejidad, pues atraviesa un periodo de incertidumbre derivado de la violencia que sacude a gran parte del territorio nacional, aunado a que el proceso político mexicano sigue falto de lo necesario para resolver los conflictos que han retrasado la consolidación de la democracia. Por ello, es fundamental motivar y acrecentar la participación ciudadana, pues aunque las elecciones no sean la solución inmediata a los problemas, si es la vía para cambiar el rumbo, para proponer nuevas estrategias y exigir mejores resultados, desde una postura de ciudadanos informados e interesados.

La experiencia negativa de un proceso electoral tras otro claramente deteriora la confianza que cada uno como ciudadano depositamos en los partidos políticos y candidatos, pero necesitamos recuperar las ganas de luchar por mejorar las condiciones políticas, económicas y sociales de nuestro México, de nuestra casa. Debemos dejar a un lado la apatía y la incredulidad, para convencer al resto de mexicanos de interesarse en la política y en el valor de las propuestas que sus actores presentan.

Asimismo es importante que reconozcamos que los problemas económicos y sociales tienen una correlación directa con la política; y el abstencionismo más allá de ser una forma de protesta y un ejercicio de libertad de expresión, es coartar la posibilidad única de debate y de alternativas políticas que sólo las elecciones pueden brindar. 

No basta con expresar nuestras quejas a través de las redes sociales, es momento de tomar las riendas, de utilizar las herramientas de acceso a la información pública, de realizar un monitoreo constante a los funcionarios públicos, pero esencialmente de ejercer y promover un cambio. Es tiempo del ciudadano participe, proactivo y líder. Del buen ciudadano.