Existe razón para que los mexicanos no nos entusiasmáramos con la detención del Chapo. Si bien es un acierto del Gobierno, tampoco es algo que le otorgue una mayor legitimidad. Nuestro Gobierno ya ha roto ese delgado hilo de la confianza con los ciudadanos y es ya imposible volverlo a unir.
El problema es que el tiempo le da razones a los mexicanos para alimentar el escepticismo frente al gobierno que sigue sin entender que no entiende.
Y todo ese ímpetu por la captura del Chapo se perdió en unos pocos días. El Gobierno fue humillado de nuevo.
Es que es inverosímil que gobiernos extranjeros se encarguen de hacer justicia a los mexicanos haciendo la chamaba que le tocaría hacer a nuestras autoridades. No, no es que hayan podido. Es que incluso después de desfalcar Coahuila, Humberto Moreira fue nombrado Presidente del CEN del PRI. Entonces uno entiende por qué este delincuente (porque eso es) haya quedado impune y fuera mandado a “estudiar a Barcelona” para vivir en un chalet de lujo por el cual pagaba más de 80 mil pesos mensuales.
Mientras el Gobierno presumía ser más fuerte que el crimen organizado al capturar al Chapo (que de alguna forma corrieron con suerte), nos dimos cuenta que un gobierno extranjero tiene mayor capacidad de hacer justicia por nosotros que lo que puede hacer el propio Gobierno. Desde este punto de vista se antoja muy difícil que el Gobierno realmente sea tan fuerte como lo presumen. O bien, lo puede ser sólo cuando lo que se busca esté alineado con sus intereses.
Por eso el escepticismo con Peña Nieto desde un principio: un candidato de un partido que tuvo como Presidente a Humberto Moreira, con sus delitos ya conocidos en todo el país, no puede ser confiable, ya que al rededor de aquella candidatura de 2012 debió existir una red de complicidades.
Y si de complicidades hablamos, aunque la justicia española haya dejado libre a Humberto Moreira, surge la interrogante: ¿Cuantos políticos estarán en la misma situación del ex Presidente del PRI?
Lo anterior viene al caso en virtud de que la Fiscalía Anticorrupción de España basó algunas de sus acusaciones en las reuniones y conversaciones telefónicas que mantuvo el ex presidente deL PRI con líderes de la delincuencia organizada.
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