HUMO SÓLIDO NÚMERO 7.


Por Daniel Olivares Viniegra. 

En la hoja 7 de Humo Sólido nos acercamos no sin sorpresa a una expresión poética con tintes de clasicismo. Una voz que busca abrirse paso a fuerza de iluminar los rescoldos de una trama épica que hasta nuestro tiempo supervive. 

Acá Ulises (pero Zamora y no el otro) presta su voz (y no necesariamente su estampa) a los homeros de todos los tiempos o mejor aún a sus aquí cuasi anónimos personajes para recrear un tanto más líricamente las entretelas, más que de ciertos trascendentes pasajes (aunque sí…), de los más profundos o hasta turbios sentimientos. De ellos, las pasiones y la conquista o reconquista de lo prohibido es lo que más viene a cuento.

En principio, el objeto del deseo es puesto a salvo concediéndole, únicamente por artículo de fe, su prístina inocencia, si bien ahí se conservará fragante y flagrante siempre alimentando y alentando la humana codicia, ya de trascender en el intento, ya de inmolarse luego de prodigar el anhelo ante el universal concierto, o bien defendiendo incluso lo inasible de esa apetencia que solo transitoriamente, se sabe, de alguna manera durante el lapso vital al fin puede acotarse. (Qué manía la de incendiar ciudades sólo para conquistarte, recuérdese, es la frase señera). Pero, además, escanciada y decantada la humana fuente del goce o del pecado, éste viene a convertirse en patrimonio colectivo, decreta el aeda. Entre tanto, como trasfondo apocalíptico se contempla el paisaje desolado propio de las ruinas de quien… o mejor dicho de quienes en la apuesta pierden (siempre pierden) consumidos ante todo por las llamas de su soberbia.

La posición intimista y clasicista (que para nada clasista) que desde hace un buen rato distinguen a este joven, aunque ya no tanto… poeta (oriundo de Actopan, Hidalgo, por cierto), bien que se lleva con la filosofía y con la historia, pero también con las claves del presente, esas que sirven para desenmarañar qué es posible proponer para el entendimiento y quizá para la proeza del futuro.

Por otra parte a este rapsoda, que es muchos y muy diversos, se le distingue, ante todo, también enamorado del canto, de ese, del más cuidado, y del que principalmente es inmanente a la palabra misma y sus telarañas, ya terrenas, ya astrales, lo cual le permite todavía generar mensajes y textos que, enraizados en una tradición, no riñan tampoco con la contemporaneidad.

Pese a su hermética presencia, limitada ansia de socializar o al menos de parecer gratuitamente simpático, la de este vate, y la de este bato, es una voz que muchos celebran. Una voz que esperamos bogue lejos y no sea fácilmente seducida por el canto de torvas sirenas.

El sobrio e intencionado trabajo fotográfico de Rogelio Cruz también es de destacarse en su labor de generar una portada que no riña con el contenido sino lo consolide en sus luces y negruras. 

Humo Sólido, un singular proyecto encabezado por los poetas Mario Guzmán y Daniel Olivares y un creciente grupo de colaboradores (Cristian Galicia, Yuri Valecillo, Jesús Garrido, Carlos Yusti, Beatriz González Lezama, Roberto López Moreno, Chay Martínez, David H. Rambo y Érick Marváz, entre otros), alcanza y supera así su cabalístico número siete; se ha propuesto como meta de su primera época alcanzar 12 ediciones, y replantear al término de ello su futuro, luego de una magna exposición en la que se exhiba el recuento del trabajo textual y fotográfico que es su corazón y sustento.

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Ulises Zamora. Actopan, Hidalgo, 9 de diciembre de 1986. Estudia Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha obtenido dos veces el tercer lugar en el certamen "Orquídea de Plata", que se organiza en Santiago de Anaya y ha participado en la Feria Internacional del Libro de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo y en Diversos encuentros y festivales en distintos estado de la República. Textos suyos se han publicado en la revista virtual La Rana Roja y en la antología Letras sin Muros. Es miembro de la fundación Tomarían (Tiempo del Saber).