FIDEL CASTRO: EL HOMBRE QUE HIZO TEMBLAR LA HISTORIA.


“¿Será que la necedad parió conmigo?, la necedad de lo que hoy resulta necio, la necedad de asumir al enemigo, la necedad de vivir sin tener precio.” (Silvio Rodríguez, El necio)

Por Roberto Longoni.

Podemos decir muchas cosas sobre Fidel Castro. Podemos hablar de su infancia en el oriente de Cuba, de su educación con los jesuitas; de su encuentro, en la etapa universitaria, con la chispa de la rabia, la necedad, la rebeldía y la subversión. 

Podemos hablar de su compromiso con lo cotidiano, con la realidad que entonces, como ahora, se presentaba injusta, falsa, excluyente, vacía. 

Podemos seguir enalteciendo su figura y vida como hombre integro, congruente, revolucionario, verdadero, único, orador nato, encantador de serpientes, valiente guerrillero, culto humilde, abrazo fraterno, voz penetrante, lucidez brillante, calculador de sueños, mirada de futuro, barbón engreído frente a la historia que le negaba a la humanidad sus más sagrados momentos de utopía. 

Podemos hablar también de sus errores, de su carácter inflexible, duro de roer, certero, algo autoritario, unívoco y dogmático por momentos. 

Podemos mencionar sus andanzas por la Sierra Maestra, sus siempre elocuentes palabras, sus enormes discursos que enchinaban el alma; los puros, la gorra, la estrella, el uniforme verde olivo, frente en alto, poeta de la paz y la guerra, profundo tercermundista (en el más humilde y enaltecido sentido). 

Podemos mencionar todo esto y no alcanzarían las palabras para poder abarcar todo lo que Fidel Castro significa.

El dominico brasileño Frei Betto, autor del libro “Fidel y la religión”, lanzó hace tiempo un epitafio tentativo para Fidel Castro: “Aquí yace un hombre que vivió de acuerdo a lo enseñado en el Sermón de la montaña”.

Habrá que ser atentos, reflexivos, apasionados, a la hora de analizar y recordar lo que Fidel significa para la historia contemporánea, no solo de Cuba o Nuestra América, sino del mundo entero. 

Habrá que pensar más palabras para poder describir de manera fiel y clara la estela que representa. 

Ahora pienso en como fue una de las primeras figuras emblemáticas que me llamaron desde la Historia a luchar contra la injusticia del mundo. 

Pienso en como, siendo un joven inquieto, escuchaba a Silvio Rodríguez cantarle “El necio”: “Yo no sé lo que es el destino, caminando fui lo que fui, haya Dios que será divino, yo me muero como viví”. Y entonces sentía emocionado, viendo sus fotos, oyendo sus discursos y envidiando su barba, que la Historia era nuestra para hacerla mejor, para construirla con los pueblos. 

Quieran o no, Fidel vive y vivirá en el corazón de la Historia por siempre. Ese es un lugar que solo se ganan aquellos que saben desafiarla, transformarla, mirarla de frente y exigirle la absolución.