LA LARGA TRAVESÍA DEL MIEDO A LA ESPERANZA.


Por Roberto Longoni.

“¿Es posible –se preguntaba el filósofo alemán Theodor W. Adorno- seguir pensando después de Auschwitz?” A esta pregunta aunaba una sentencia desoladora: “La poesía ya no es posible después del horror de los campos de exterminio”. 

Esta pregunta y esta sentencia son clamores profundos de un hombre que, como tantos, vivieron en carne propia el terror del fascismo y la guerra en Europa. Hombres y mujeres que tuvieron que renunciar a su vida debido a la persecución de la muerte y el exterminio. Mujeres y hombres que vieron derrumbarse y arder ante ellos el sueño moderno e ilustrado de una sociedad justa, fraterna e igualitaria donde al fin la humanidad estuviera a la altura de su ser. Con esto también se derrumbó todo sentido. 

Se derrumba el sueño y el sentido; y vivimos la pesadilla. ¿Cómo seguir en un mundo donde existen Siria y Donald Trump, el terrorismo, la xenofobia, el machismo, el racismo, el fascismo, la guerra, Guantánamo, el narcotráfico, el paramilitarismo, la pobreza y miseria que excluyen y humillan a miles de seres humanos en el mundo?; ¿Cómo pensarnos/actuarnos de otra manera?

Para otro pensador alemán de la misma época, Ernst Bloch, también exiliado y también atemorizado por la barbarie de la “civilización”, es preciso identificar que la propuesta del sistema es el miedo. Miedo al otro, miedo a la diferencia, miedo a uno mismo, miedo a pensarnos más allá, miedo a la incertidumbre y miedo a la transformación y la libertad real. Es preciso entonces virar el enfoque, pensarnos desde otro lado (para Bloch “pensar es traspasar”; “ir más allá de lo dado o posible”) y movernos a partir de un sentimiento más acorde a nuestra condición humana: la esperanza. Esta esperanza no es promesa vacía o espera pasiva, es grito en contra del mundo y su violencia y es espera y construcción activa de un mundo que no existe en el presente pero que existe en nuestros sueños y por lo tanto queremos y es posible. 

Hacia ese horizonte apuntamos, hacia esa utopía que nos redima como humanidad de una vez por todas. 

¿Por qué hablar de esperanza? Por que el miedo sigue estando presente en nuestra cotidianeidad y también en nuestra alma. Por que el problema no es simplemente el sistema opresor que padecemos, sino el tirano que todos llevamos bien adentro; no es solamente el temor que nos infunda la violencia, sino también el miedo que todos llevamos dentro y que nos paraliza; no son solamente las estructuras patriarcales que excluyen y jerarquizan, sino el macho que todos llevamos dentro. 

Este miedo introyectado a construido muros profundos y sólidos en nuestra mente, nuestro corazón y nuestra alma, es momento de irlos derrumbando para construirnos como seres nuevos que puedan derrumbar los muros de afuera.