EL PRI SE SUBIRÁ AL TREN DEL MAME.


Por Alonso Quijano. 

Si crees que las próximas elecciones van a tratar de debates y contrastes de los programas de gobierno, tengo que decirte que estás equivocado. Las elecciones del 2018 van a ser un lodazal.

Sí, veremos a cerdos pelear en lodo, veremos difamaciones, frivolidades, ridiculeces, candidatos que se suben al tren del mame del meme más absurdo, veremos notas abundantes notas falsas en las redes sociales, descalificaciones. 

¿Por qué?

Primero, porque la calidad de las campañas electorales tienen cierta relación con el nivel cultural e intelectual de las personas que participan en las elecciones. Segundo, porque, a pesar de que nuestra clase política tiene una autoridad moral lamentable, no es que quieran hacer más tonto a su electorado, sino que asumen que tratándolos de esa forma van a obtener un mayor número de votos. 

En este sentido, los
 equipos de campaña se dirigirán a las vísceras de los electores. -yo soy menos corrupto que “y”, yo tengo las manos limpias-; tratarán de apuntalar hacia aquello que les enoja aunque no tengan calidad moral para hacerlo (insisto en el PRI desafiliando exgobernadores como ejemplo), y como se darán cuenta que sus estrategias no logran el impacto necesario, tratarán de “subirse al tren del mame”. El estratega digital hará un análisis de los memes y temas en boga en el “feis” para ver a cual se puede subir el candidato. 

Las campañas del miedo -que llaman de forma errónea de contraste, porque no hay necesariamente una comparación- serán constante, más con un López Obrador que encabeza las preferencias electorales. Seguramente lo harán de forma vulgar, alertarán y aterrarán al elector de todo lo que puede perder si AMLO gana la elección -dentro de lo que permite una ley electoral cada vez más restrictiva-. Pero la pérdida de legitimidad de la clase política y algunos medios de comunicación posiblemente hará que el efecto de la campaña del miedo no sólo no sea la misma del 2006, sino que pueda resultar contraproducente.

Por eso, los partidos no harán la guerra directamente, sino que veremos un montón de ruido en las redes, notas falsas, bots -ahora sí, con una estrategia mucho más refinada y mejor pensada- que tratarán de manipular a la opinión pública en Twitter. Combatirán en una arena donde parezca que ellos no son los emisores y donde la normativa electoral no tiene alcance. 

Tal vez les alcance para comprar algún influencer de Youtube, algún “líder de opinión”. Con los perfiles de estrategas de redes mucho más evolucionados que en 2012, podrán echar mano de las herramientas publicitarias de las redes sociales -vaya que Facebook Ads y Google Adwords son un monstruo para ese propósito- para tratar de mandar el mensaje adecuado justamente a aquellos que necesitan convencer, persuadir, o manipular para que hagan diferencia en la elección. Si en el 2012 las estrategias en redes -sobre todo la del PRI- eran obvias y predecibles, ahora estarán mejor ejecutadas, pensadas y con más especialistas en el ramo detrás de las estrategias. 

¿Y por qué no? No sería raro -sobre todo el gobierno que está en el poder y tiene los instrumentos a su alcance- el uso de servicios de inteligencia, que contraten hackers -cosa que ya han hecho- o neurocientíficos. Detrás de una campaña burda y vulgar podrá haber un equipo de expertos trabajando de forma quirúrgica sobre el electorado. 

El golpeteo disfrazado por medio de sketches políticos “dizque cómicos”, diarios comprados o incluso creados para tal propósito estará ahí de forma constante tratando de incidir en el voto del ciudadano:

Termino como inicié, lo que veremos en el 2018 será un lodazal, un cochinero lleno de frivolidades, escaso de debate y contenido. 

Sí, posíblemente te frustres con lo frívola que será la campaña. Y posiblemente también te frustres con el resultado, ya que habrán resultados inesperados como sucedió con el triunfo de Trump.