SI TE SORPRENDE LA ALIANZA ENTRE MORENA Y EL VERDE, ES QUE ESTAS VERDE.


Por Álvaro López
Director de el Cerebro Habla. 

Hay quienes decían que López Obrador sería como Hugo Chávez. Aterrados, en pánico, nos alertaban: ¡no votes por ese populista! ¡Piensa en tu país y en tus hijos!

Del otro lado estaban los que nos decían que él era el cambio, la esperanza, que la sociedad civil no importa, que lo que importe es que gane López Obrador.

Y yo si bien sostuve una postura crítica ante AMLO, aquí en este espacio afirmé que no sería como Chávez, pero que estaría muy lejos de ser ese cambio con el que muchos sueñan (independientemente de si gobierne bien o no). Y creo, a mi parecer que la alianza que se ha tejido entre MORENA y el Verde, es un ejemplo.

Es muy iluso pensar que con un solo gobierno una nación se va a transformar. Yo no conozco un sólo país de América Latina que se haya transformado radicalmente gracias a un gobierno. No sólo tenemos muy pocos ejemplos de países que se han superado a sí mismos, sino que en los muy pocos que tenemos no podemos afirmar que haya sido el resultado de un solo gobierno.

Lo más parecido a un país que se superó a sí mismo es Chile. Y digo lo más parecido porque sigue siendo un país subdesarrollado con altos índices de desigualdad; pero lo tomo porque, como sea, es uno de los países más prósperos de la región. Los más derechistas me dirán que fue gracias a Pinochet (que al final fue un dictador y que, como tal, tiene un margen de maniobra mucho más grande que cualquier mandatario democrático), pero esa explicación es, cuando menos, muy insuficiente (amén de toda la sangre y represión que corrió en su mandato). El desarrollo de Chile fue resultado de varios procesos económicos y sociales que se han vivido desde hacia varias décadas y que también incluye a los presidentes después de la restauración de la democracia. 

Un Presidente puede gobernar bien o mal, las cosas se pueden joder mucho o poco, pero la verdad es que dichas transformaciones se dan de forma muy progresiva y terminan haciéndose realidad y haciéndose palpables generalmente décadas después. Y esto ocurre porque un solo gobierno no tiene la capacidad de reformar todo el sistema, sino que hace lo que puede y lo que le alcanza, para lo cual un solo gobierno suele ser insuficiente.

¿Y por qué traigo a colación al Partido Verde? Porque es una clara muestra de la incapacidad que López Obrador tendrá para romper con muchos de los vicios del sistema. Es una alianza reprobable, sí, pero, a la vez, entiendo que es parte de la política. Si MORENA se alía con el Partido Verde puede garantizar la mayoría simple y, así, tener más margen de maniobra y poder para implementar sus políticas. Pero, por otro lado, si MORENA rechazara esa alianza porque ese partido es uno sin ética ni principios, entonces no tendría el margen de maniobra al que aspira a tener de tal forma que tendría mucho menor capacidad para hacer los cambios. 

Otro ejemplo de lo que digo es la cantidad de miembros cuestionables dentro de su partido. Esto también es muy cuestionable, pero la alternativa (la incapacidad para lograr llenar el barco llamado MORENA) tal vez les habría salido peor y posiblemente ni hubieran llegado al poder. Como partido nuevo, a MORENA no le quedaba más que tomar de “lo que ya había”, no tenía la capacidad de crear cuadros nuevos a partir de puros idealistas neófitos de la política sin experiencia alguna (y si es que los encontraban). Dicho esto, es imposible construir algo nuevo.

Y no sin olvidar que, por más idealista y bienintencionado presuma ser, López Obrador creció dentro del régimen de partido único. Su manera de concebir la política es algo arcaica y más bien algo parecida al del viejo PRI con el que él creció (que abarca desde Lázaro Cárdenas hasta José López Portillo) y naturalmente, como cualquier mano, tenderá a echar mano de lo que ya conoce (incluyendo a políticos del viejo PRI). Si bien, probablemente su gobierno no sea una calca de ese PRI antiguo, si va a tener varios elementos en común. 

Es decir, no solo son los obstáculos externos, también los internos: la forma en que él y los suyos (muchos también herencia de ese viejo PRI) conciben la realidad y la forma de hacer política. 

Si AMLO gobierna muy bien (y si es que lo hace, porque también existe el escenario en el que gobierne mal) no vamos a tener un México mucho más desarrollado en seis años (aunque nos pongan en la portada del TIME). Tal vez veremos algunos signos de su buen gobierno como cierto decremento de la inseguridad, estabilidad económica, más empleos (nada del otro mundo), cierta reducción de la corrupción (aunque seguirá siendo un problema) o un crecimiento del PIB mayor al que estábamos acostumbrados (y que posiblemente no sea nada del otro mundo). México seguirá siendo desigual, el narco seguirá existiendo y seguiremos viendo corrupción en el servicio público (aunque AMLO no sea corrupto) Es simple, un sistema tan complejo como lo es un país donde hay muchos intereses y muchos cotos de poder no puede deconstruirse a voluntad propia ni con buenas intenciones. Hay que hacer y saber hacer política para enderezar lo más posible el barco con el fin de que vaya por buen rumbo y, de esta forma, que a largo plazo el país se vaya desarrollando poco a poco y convirtiendo en uno más justo.

Por eso tal vez sea un error crear demasiadas expectativas en un gobierno, sobre todo unas que van más allá de sus capacidades.