LA OPOSICIÓN DE LÓPEZ OBRADOR.


Por Álvaro López. 
Director de la plataforma 
El Cerebro Habla. 

Durante años, muchos criticamos la oposición que representaba López Obrador en los regímenes de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Se trataba de una oposición complaciente consigo misma, que carecía de una postura constructiva y que, en muchos casos, solía ser muy visceral y agresiva (sin que eso constituyera un gran problema para el régimen del oriundo de Atlacomulco).

En la práctica, la oposición lopezobradorista había abonado más bien poco a la causa, hacía mucho ruido pero lograba poco. Para muestra están todos los casos de corrupción del gobierno actual que pasaron impunes. Vimos muchas quejas, muchos “Fue el Estado”, pero en el práctica eso se transformó en humo. Se trataba de una oposición muy criticona que fue opacada por las organizaciones civiles que buscaron incidir dentro de lo público exigiendo transparencia a los servidores públicos o evidenciando las tropelías de gobernadores como Javier Duarte.

El problema es que, a falta de unas pocas semanas para que López Obrador tome posesión en San Lázaro, la oposición antilopezobradorista está comportándose de la misma forma en la que la oposición lopezobradorista se comportaba. Seguramente los lopezobradoristas, con todo y maromas y justificaciones absurdas a su líder, se la han de estar pasando bomba al ver una oposición tan chafa allá afuera, sobre todo la partidista y la de algunas plumas. No solo les ganaron, sino que los dejaron en la lona humillados, y por eso tanta arrogancia y burla de su parte. 

Lo que he visto en estas últimas semanas son, en general, críticas insulsas y superficiales. Incluso hay una obsesión un tanto exagerada sobre aquellas críticas que pudieran ser válidas (como la boda de César Yañez). Parece que la intención fuera joder, cosa que también le recriminaba al lopezobradorismo cuando estaba en la oposición. 

La oposición no parece centrarse en temas puntuales, muchas veces es dada a crear o a compartir fake news, parecen lobos hambrientos esperando el primer desliz del futuro presidente como si eso les fuera a dar legitimidad como oposición. López Obrador, a pesar de la visceralidad de su movimiento, al menos podía presumir de una narrativa a través de la cual lograba cierta cohesión entre los suyos. Era una oposición chafa, pero tenía forma. La oposición antilopezobradorista no puede presumir de eso siquiera. Esta consiste en voces que vienen de distintas partes, que dicen distintas cosas, y que no están agrupadas. Cada quien ve por sí mismo. Están pulverizados, atomizados, y por eso, a pesar de las críticas, AMLO sigue allá arriba tranquilo hasta dándose el lujo de mostrarse incongruente sin que eso le afecte en lo más mínimo en sus índices de aceptación.

La oposición está haciendo pero muy poco para representar a ese sector del país que está en contra de López Obrador. No han entendido que si quedaron relegados del Poder Ejecutivo es porque perdieron toda legitimidad ante el pueblo. En la actualidad, pocas personas ven al PRI y al PAN como los estandartes de lucha en contra del lopezobradorismo. Me parece que son percibidos más bien como el problema. Creen que con proponer medidas como subir el salario mínimo (cosa que ahora hace el PAN y con lo que discrepaba hasta hace poco) la población irá a ellos para que los representen. Pobres ingenuos. 

Tal vez, al igual que ocurrió con el gobierno de Peña Nieto, la oposición vuelva a estar compuesta por la sociedad civil ante la displicencia y la visceralidad de la oposición partidista y opinadora.