POR QUÉ EL GOBIERNO DE AMLO NO ES UNA DICTADURA.


Por Álvaro López
Director de la plataforma
El Cerebro Habla

Me parece un absurdo, a estas alturas del juego, decir que el gobierno de AMLO es una dictadura.

He escuchado esa afirmación entre algunos opositores de AMLO, en las redes o en las marchas. Sin embargo, en este aspecto están equivocados.

Un argumento que se da para ello es la casi ausencia de contrapesos, pero ello no es producto de un régimen autoritario sino de la voluntad de la gente expresada en las urnas aunada a una crisis de legitimidad de los partidos y a un contrapeso ciudadano que todavía no acaba de gestarse. Cualquier régimen democrático permite que un gobierno gobierne con mayoría absoluta si así lo decide la gente a la hora de ir a votar. Bajo el argumento de las mayorías legislativas entonces el gobierno de Peña también era una dictadura ya que tenía mayoría de facto en las cámaras, con las cuales pudo pasar reformas constitucionales. Naturalmente, eso no es una dictadura.

Actualmente, la gente puede salir a manifestarse sin que sea reprimida, también puede expresarse en las redes sociales y la prensa no parece ser menos libre que años anteriores, aunque algunos de los vicios de la relación entre gobierno y prensa persisten. Eso no ocurre en las dictaduras, donde quien sale a manifestarse sabe que está corriendo un riesgo y donde la prensa crítica no existe, lo que no sucede en México. Si bien a la prensa mexicana le hace falta desarrollarse, no vemos una diferencia con respecto de otros gobiernos.

Lo que sí se percibe son algunas pulsiones autoritarias, como la actitud de AMLO y sus seguidores ante algunos medios de comunicación como Reforma, pero el diario sigue operando libremente. Si esto constituyera una dictadura, entonces tendríamos que hablar también de la “dictadura de Donald Trump” quien, al igual que AMLO, critica a los diarios que le son incómodos.

Se vale, sí, y sin importar que tan sólidos sean los fundamentos, temer que en el futuro un gobierno pudiera derivar en un régimen dictatorial y ser vigilantes de las acciones que vaya tomando el gobierno.

SÍ hay actitudes y decisiones de este gobierno que pueden debilitar la institucionalidad como el memorándum de la Reforma Educativa, de ello tenemos que que estar vigilantes. El discurso polarizador es otra actitud a la que se le debe tomar cautela: es algo sobre lo que los ciudadanos deben prestar atención y no caer en el juego. Otras decisiones, por más aberrantes que sean, como la cancelación del aeropuerto, no tiene que ver con manifestación alguna de autoritarismo ya que el proceso se hizo con apego a la ley.

A pesar de estos detalles, a los que no hay que perderles la pista, el día de hoy el gobierno de AMLO está lejos de constituir una dictadura. En la actualidad, México tiene muy poco de parecido con la Argentina de Videla, el Chile de Pinochet y ni siquiera con la Venezuela de Maduro. Es evidente que quien dice que la 4T es una dictadura no ha vivido en una.

Algo que los ciudadanos pueden hacer para evitar el surgimiento de un régimen dictatorial es formar un contrapeso ciudadano fuerte, pero sobre todo, responsable, informado y que se no sume al juego de la polarización y la descalificación. Sí está comenzando a surgir un contrapeso ciudadano, y eso siempre es bueno, pero como vimos en algunas expresiones de las marchas, no parecen estar evitando del todo caer en la trampa de la polarización.

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