
#Opinión | Jorge Montejo
¡La política mexicana! Esa arena de gladiadores donde las intrigas, las traiciones y los cambalaches son el pan de cada día. Hoy toca desmenuzar la jugada de Omar Fayad, el astuto exgobernador de Hidalgo, quien decidió salvar su pellejo entregando la gubernatura a Morena sin ninguna resistencia electoral. Qué movimiento tan noble, ¿verdad?
La desaparición de poderes no solo fue un acto de rendición, sino el comienzo de una gloriosa ola de oportunismo. Priistas por doquier brincaron como atletas olímpicos a las filas de Morena, desesperados por conservar sus privilegios. Después de todo, ¿quién necesita principios cuando puedes tener un sueldo jugoso y la promesa de seguir en el juego político?
Pero lo mejor de esta tragicomedia política es el caso de José Luis Romo Cruz, el exsecretario de Desarrollo Económico y ejecutivo de la Política Pública durante el mandato de Fayad. Este hombre, con una capacidad impresionante para navegar las turbias aguas de la administración pública, logró asegurar un contrato bajo la figura administrativa de “Servicios profesionales por honorarios asimilados a salarios”. Así, Romo Cruz embolsa la modesta suma de 73 mil 664 pesos mensuales, cortesía de la Oficialía Mayor del gobierno estatal. Nada mal, ¿no?
Para poner esto en perspectiva, el salario de Romo es mayor al de cualquier secretario del gabinete estatal, quienes deben conformarse con unos miserables 52 mil 278 pesos mensuales. ¡Y apenas mil 675 pesos menos que el propio gobernador Julio Menchaca! Si eso no es eficiencia en la gestión personal, no sé qué lo sea.
Claro, todo esto está perfectamente legalizado bajo la Ley Orgánica de la Administración Pública estatal y la Ley de Presupuesto y Contabilidad Gubernamental. Ah, y no olvidemos la Ley del Impuesto sobre la Renta. Todo en regla, señoras y señores. Eso sí, el portal de transparencia aclara que los que prestan sus “Servicios Profesionales” no cuentan con prestaciones. Qué consuelo tan reconfortante.
Pero Romo, junto con su séquito de corruptos en un acto de humildad sin precedentes, aseguró que desde junio dejó de laborar en el gobierno del estado de Hidalgo. Qué hombre tan desprendido, renunciando a su salario de ensueño. Aunque, claro, en las cloacas del poder se rumorea que Romo fue el culpable de que Tesla no llegara a Hidalgo. Al parecer, entorpeció las negociaciones entre el gobierno estatal y la empresa. ¡Qué lástima! Hidalgo podría haber sido la nueva Silicon Valley.
La administración de Menchaca debe estar encantada con los remanentes de la era Fayad. Estos personajes, como bombas de tiempo, están ahí para desestabilizar al gobierno morenista y venderse como héroes de la 4T en el momento oportuno. Porque, al final del día, ¿qué sería de la política sin un buen drama y un par de villanos?
Además, se rumorea en las cloacas del gobierno que también existe la presencia del empresario Juan Carlos Martínez, otro personaje de contratos millonarios heredado por Fayad, encargado de dirigir a todos los infiltrados en el gobierno y continuar comprando morenistas, como hizo Simón Vargas con el grupo político de Abraham Mendoza Zenteno y Simey Olvera. Un verdadero estratega en el arte de la infiltración y el oportunismo. Así que, mientras Menchaca intenta gobernar, Fayad y su equipo se aseguran de que sus redes de influencia sigan bien tejidas, esperando el momento perfecto para volver a la carga, por eso hace falta una limpia en el gobierno estatal.