Pedro Haces: el millonario líder sindical que “no es corrupto” y solo tiene cola de hámster



Jorge Montejo

¡Paren las prensas! Resulta que Pedro Haces Barba, el magnate sindicalista y flamante diputado de Morena, no es corrupto. Así lo proclamó con toda la dignidad que da un micrófono y un rancho de lujo en las faldas del Ajusco. Su “Bosque Lago”, un paraíso de ocho hectáreas, no es producto del tráfico de influencias ni de favores políticos, sino de la mística e inquebrantable “cultura del esfuerzo”.

Mexicanos Contra la Corrupción e Impunidad (MCCI) publicó un reportaje detallando cómo el legislador ha sido señalado por robo, extorsión y corrupción en contratos públicos, pero Haces salió a dar cátedra de cómo la élite de la 4T justifica su riqueza con discursos de autosuperación. “Este rancho lo tengo desde hace muchos años, desde mi abuelo”, explicó, como si las mansiones de ensueño fueran herencias comunes en cualquier familia mexicana. Si usted no tiene un rancho de ocho hectáreas con lagos y cabañas, quizá deba revisar su árbol genealógico.

Pero lo mejor vino después. Con una seguridad envidiable, el diputado proclamó: “Yo no soy corrupto, nunca he hecho fraudes. Nunca he trabajado en el gobierno, ni con Sheinbaum, ni con AMLO, ni con Calderón, ni con Fox, ni con Salinas”. ¡Cuánta transparencia! No trabajó con ellos, solo ha flotado en el ecosistema político como un delfín de aguas turbias, siempre en el lado correcto de la historia… y con los bolsillos en el lado correcto del dinero.

Y para aquellos malintencionados que creen que su riqueza proviene de cuotas sindicales o arreglos en lo oscurito, Haces deja claro que los trabajadores de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM) están encantados con su liderazgo. Tanto así, que lo reeligieron, como si en los sindicatos existiera la democracia pura y sin presiones. “Nunca han señalado que he abusado de sus cuotas”, dice con una sonrisa, porque si no hay denuncias en la carpeta oficial, el abuso simplemente no existe.

Pero lo mejor fue su toque de humor. “Todos tenemos cola, nomás que la mía es de hámster, es chiquita”, dijo con total desenfado. ¡Qué ternura! Con esa analogía, casi da ganas de imaginarlo con orejitas y hocico rosado, mordisqueando inocentemente un billete de 500 pesos. Lo malo es que, en realidad, su poder sindical y político no se parece a un roedor inofensivo, sino más bien a un depredador bien alimentado que ha sabido navegar entre gobiernos sin importar el color.

Y para rematar, lanzó la carta clásica del político millonario: el resentimiento de los que “quieren verlo en huaraches”. ¡Cómo se atreven a cuestionarlo! No es su culpa que haya trabajado tanto en su vida (en los círculos de poder, claro), ni que la gente común no sepa administrar su salario mínimo para comprarse un rancho.

Mientras el diputado disfruta de su propiedad con lagos y áreas exclusivas, los mexicanos siguen preguntándose cómo es que los “servidores del pueblo” terminan con fortunas inexplicables. Pero tranquilos, Haces jura que no tiene nada que esconder. Y si lo dice con esa seguridad, debe ser cierto… ¿o no?