
Alonso Quijano
El imperio de Elon Musk atraviesa una tormenta sin precedentes. Las acciones de Tesla han caído más de un 40% desde enero y un 53% tan solo en diciembre, borrando el llamado “efecto Trump” que había impulsado brevemente su cotización tras las elecciones. Ni los elogios públicos del expresidente, ni la instalación de un concesionario de Tesla en la Casa Blanca han logrado contener el desplome del valor de mercado. El propio Musk, ahora al frente del recién creado Departamento de Eficiencia Gubernamental y con oficina en el Edificio Eisenhower, parece cada vez más alejado de la realidad financiera de su empresa.
La estrategia de reforzar su perfil político no ha sido bien recibida ni por los inversores ni por los consumidores. Mientras Trump declaraba con entusiasmo que “va a comprar un Tesla nuevo mañana” como muestra de apoyo, las cifras contaban otra historia: solo este lunes, Elon Musk perdió 29 mil millones de dólares de su fortuna, de acuerdo con el Índice de Multimillonarios de Bloomberg.
Los analistas de firmas como Goldman Sachs, JPMorgan, RBC, UBS y Mizuho han rebajado sus previsiones para la compañía, señalando que la caída de Tesla no tiene precedentes en la historia reciente del sector automotriz. Las dificultades de la marca se extienden a China —donde los envíos cayeron un 49% interanual— y a Europa, en particular Alemania, donde las ventas se desplomaron un 76%. A ello se suma el rechazo social: la vinculación de Musk con partidos de extrema derecha ha enfurecido a consumidores europeos, erosionando aún más su imagen.
Mientras tanto, importantes ejecutivos de Tesla han vendido acciones por un total de 118 millones de dólares desde principios de febrero, una señal que ha generado aún más desconfianza entre los accionistas. Las acciones cayeron un 5% el lunes y otro 5% el martes, acelerando la crisis.
Pero la reacción va más allá de los mercados. En Estados Unidos, se han registrado incidentes de Teslas quemados en ciudades como Las Vegas y Seattle. En un taller de Nevada, uno de los vehículos calcinados fue vandalizado con el grafiti “Resistir”, una imagen que ha comenzado a circular con fuerza en redes sociales como símbolo de protesta.
De esta indignación ha nacido el movimiento #TeslaTakedown, una campaña activista que llama a boicotear la marca vendiendo los autos, deshaciéndose de las acciones y protestando frente a los concesionarios. El sitio web oficial de la campaña incluye un mapa interactivo para localizar protestas, convocatorias y material gráfico con un mensaje central: “Golpeemos donde más le duele: en su cartera”.
La percepción pública también va en picada. Una reciente encuesta de CNN muestra que el 53% de los estadounidenses tiene una opinión negativa de Musk, y un 60% considera que no cuenta con la experiencia ni el criterio necesario para liderar los recortes que promueve desde su nuevo rol en el gobierno.
Mientras Musk refuerza su presencia política, Tesla parece desmoronarse, víctima de una mezcla de decisiones corporativas mal calculadas, ambiciones personales desmedidas y una desconexión cada vez más profunda entre el ícono tecnológico y los consumidores que alguna vez lo admiraron.