El IMSS cerró 2024 con 11 millones de medicamentos que nunca llegaron



Alonso Quijano 

Once millones de medicamentos. Cuatro millones y medio de recetas médicas que nunca se surtieron. Cifras oficiales, duras, que contradicen el discurso triunfalista que la actual administración ha repetido durante años. Según datos, el Instituto Mexicano del Seguro Social cerró el 2024 con un desabasto histórico que deja en evidencia una falla estructural que ni los cambios, ni las conferencias, ni las promesas han podido corregir.

Personas esperando insulina, antibióticos, tratamientos contra el cáncer, o medicamentos para enfermedades crónicas. Personas que acudieron al IMSS buscando atención médica y se fueron con una receta… vacía. Personas que siguen esperando. Y que siguen enfermando.

Lo más preocupante es que la escasez no solo persiste, se ha agravado: el número de recetas no surtidas en 2024 fue tres veces mayor que durante el sexenio de Peña Nieto, cuando el problema ya existía, pero no alcanzaba estos niveles. En aquellos años, la cifra de recetas no cumplidas rondaba los dos millones. Hoy, rebasa los cuatro millones y medio.

¿Y qué ha cambiado? Mucho en el discurso, poco en los hechos. Lo que antes se atribuía a corrupción y privilegios, ahora se justifica con burocracia o falta de planeación. El gobierno federal ha intentado múltiples “soluciones”: desde compras internacionales con la UNOPS, hasta la Megafarmacia del Bienestar y la reciente promesa de que Birmex producirá todo. Pero los resultados siguen siendo los mismos. O peores.

El desabasto no es nuevo. Pero la incapacidad de resolverlo, tras años de decir que sí se podía, empieza a volverse costumbre. Y eso —más allá de cualquier cálculo político— le cuesta la salud y la vida a millones de personas.

La pregunta no es si el sistema está fallando. La pregunta es: ¿cuántas vidas más se van a perder mientras sigue fallando?