
Ricardo Montoya.
Durante un encuentro de intelectuales y escritores latinoaméricanos , realizado en 1990 en México y que fue transmitido por la entonces empresa Televisa ( a solicitud del entonces presidente de México Carlos Salinas de Gortari quien había perpetrado el fraude electoral de 1988 y que buscaba legitimarse haciendo parecer que era democráta con éste tipo de eventos), el prestigioso escritor Mario Vargas Llosa, de Perú (que ese mismo año perdió las elecciones presidenciales en ese país ante Alberto Fujimori quien dos años después, mediante un autogolpe de estado -disolver al congreso-se hizo dictador por lo que el que sería años después Premio Nobel de Literatura en 2010 se exilió a España), les echó a perder la fiesta a Octavio Paz y a Enrique Krauce al refutar,en cadena nacional que en México había una dictadura perfecta, no de un hombre que se mantenía en el poder de manera permanente como en los regimenes autoritarios militares de otros países de Latinoamérica sino de un partido que aparentaba ser democrático (el PRI) que cada 6 años cambiaba de dirigente con elecciones simuladas y que se legítimaba con ayuda de los intelectuales (como Paz y Krauce) a los que los financiaba de manera sutil y les toleraba sus críticas porque eso le ayudaba mostrarse ante el mundo como un gobierno democrático.
“Yo recuerdo haber pensado muchas veces sobre el caso mexicano con esta fórmula: ‘México es la dictadura perfecta’, no es el comunismo, no es la Unión Soviética, no es Fidel Castro, es México porque es la dictadura camuflada de tal modo que puede parecer no ser una dictadura, pero tiene, de hecho, si uno escarba, todas las características de una dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido, un partido inamovible, un partido que concede suficiente espacio para la crítica, en la medida en que esa crítica le sirva porque confirma que es un partido democrático”.
“No creo que haya en América Latina ningún caso de sistema de dictadura que haya reclutado tan eficientemente al medio intelectual sobornándolo de una manera muy sutil a través de trabajos, nombramientos, cargos públicos, sin exigirle una duración sistemática.
“Por el contrario pidiéndole una actitud crítica porque esa era la mejor manera de garantizar la permanencia de ese partido en el poder, un partido de hecho único porque el partido que financiaba a los partidos opositores, esa dictadura, es una dictadura”, indicó.
Un partido que incluso, describió Vargas Llosa, aparentaba ciertos matices de izquierda.
También que algunos dictadores de países como Perú, habían intentado sin éxito imitar la dictadura perfecta mexicana a través de la coptación de intelectuales.
Estos comentarios le molestaron a Octavio Paz, quien le intentó revirar (sin exito) al decir que para él no era una dictadura ni una dictablanda, sino un sistema hegemónico de un partido muy particular.
Aunque en una parte Vargas Llosa sutilmente criticó el nacionalismo Mexicano impulsado en el cardenismo a través del muralismo, y que sirvió a "la dictadura perfecta" para mantenerse en el poder, los seguidores de Cuauhtémoc Cárdenas aprovecharon la crítica del escritor peruano (que siempre manifestó ser de derecha) para denostar al gobierno de Salinas.
Al día siguiente, tal cómo lo relató Vargas Llosa, agentes vestidos de civil, que en todo momento se mostraron amables, fueron a dónde se hospedaba y "lo invitaron" a acompañarlos al Aeropuerto Internacional Benito Juárez para que de inmediato se regresará a su país.
Vargas Llosa, en los últimos años, se volvió uno de los dos más ácidos críticos de los gobiernos de izquierda en particular el de Morena en México mostrándose muy favorable sin afirmarlo abiertamente a los regímenes de la derecha.
Dicen que su sorpresiva derrota electoral ante Fujimori, le amargó un poco la existencia, a tal grado de que adoptó la nacionalidad española.
Sin embargo, decidió morir en su natal Lima, Perú, esa hermosa ciudad que se ubica en la costa del Pacífico de ese país sudamericano.
Hay una narración de Vargas Llosa basada en su vivencia cuando fue el encargado de elaborar el noticiero de Radio Panamericana, ubicada en el hoy exclusivo barrio de Miraflores de la capital peruana ( una especie de Polanco ubicado a la orilla del mar) .
En ese relato, narró cómo se realizaba la radio antes de la llegada de la televisión; describía como eran poco agraciados físicamente los actores de la tercera edad que prestaban sus voces juveniles y seductoras a los personajes principales de una radionovela de amor muy exitosa del Perú en aquella época.
A parecer, Vargas Llosa se reconcilió un poco con su país y decidió pasar los últimos días de su vida en su querida Lima, donde murió la tarde del domingo.