Después del tercer año: la hora del Estado constitucional en Hidalgo



22/09/25

Gramsci advirtió que en toda transformación “lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer”. En ese interregno, decía, aparecen los fantasmas de la democracia. Hidalgo vive justamente ese umbral: tres años bastan para revelar quiénes luchaban por principios y quiénes se ajustan a un pragmatismo depredador. En la ciencia, como en la política, lo que sube baja. Lo que sigue no admite medias tintas: recuperar el Estado constitucional, social y democrático de derecho, capaz de encarrilar la vida pública con una filosofía jurídica y política coherente con la alternancia y fundada en un proyecto soberanista. 

A Julio Menchaca Salazar es imprescindible reconocerle su figura de jurista: hombre de pensamiento crítico y reflexivo, que sabe que si se piensa, puede hacerse. Está construyendo un trazo histórico en Hidalgo, consciente de que ese trazado no se sostiene solo con discursos, sino con reglas escritas y claras, contrapesos efectivos y respeto irrestricto a la Constitución. Comprende a cabalidad el signo de los tiempos.

Su tercer año no es una estación de paso; debe armonizar el tránsito que arraigue el proyecto sexenal, trazar el rumbo y aquilatar perfiles e idoneidad con el proyecto para Hidalgo. Ello implica consolidar una democracia deliberativa centrada en la sociedad —como propone Habermas—, con énfasis en las bases de Morena y en la soberanía como proyecto de larga data en la historia de las ideas del progreso y de la izquierda, dentro de la Constitución, verdadero legado de su filosofía política.

Hidalgo posee un acervo jurídico y político que no debe diluirse en el pragmatismo. La lealtad —que es circular— se prueba en los hechos: en honrar a quienes transitan desde lo local por la vía de la transformación, en fortalecer instituciones y en desterrar la tentación de gobernar por ocurrencia. “Lo importante no es llegar, sino saber salir mejor”, recordaba Jorge Rojo Lugo. Pensar desde ahora en ese desenlace —en el cómo se cierra— obliga a recuperar la constitucionalidad y la legalidad como hoja de ruta cotidiana, no como eslogan. Parafraseando a Juárez: en la justicia puede haber gracia para los amigos, pero nunca indulgencia para los oportunistas.

El poder tiene reglas no escritas; ninguna está por encima de la Constitución. Desde Kelsen sabemos que la supremacía constitucional ordena el sistema jurídico; desde Ferrajoli, que el garantismo exige límites reales al poder a través de derechos exigibles y jueces independientes; desde la Corte Interamericana, que el control de convencionalidad y el principio pro persona obligan a que toda autoridad prefiera siempre la norma más protectora de los derechos. El gobernador Julio Menchaca Salazar, abogado formado en la legalidad y la filosofía jurídica, está por ello llamado a encabezar la reconstrucción del Estado de Derecho y a blindar a Hidalgo frente a los fantasmas que merodean toda transición.

El suscriptor de este artículo mantiene amistad con el jefe político de los hidalguenses. Recuerda con agrado que, hace más de dos décadas, analizaron juntos el modelo garantista de la democracia constitucional, coincidiendo en que el camino correcto no era repetir los errores de siempre, ni caer en ocurrencias, sino apostar por un modelo soberanista de progreso social. Esa conversación permanece como testimonio de que la política también se sostiene en la lealtad: la lealtad a las ideas y a la gente que verdaderamente impulsó el cambio. Y esa misma lealtad no impide realizar crítica, porque competir no significa enemistad; se puede ser adversario en el debate, pero no enemigo en la causa. Solo así la esperanza de un verdadero Estado Constitucional y Democrático de Derecho en Hidalgo puede mantenerse viva.

Ese pensamiento crítico, dialéctico y constructivo conserva plena vigencia: solo al situar el hilo conductor de los principios como eje de la política pública —en la ciudadanía, en sus causas y aspiraciones legítimas, en el acuerdo en lo fundamental— los hidalguenses preservarán los afanes de la democracia y consolidarán el cambio que beneficie a todos y que Hidalgo merece.

_______________


Julio Alejandro Gálvez Bautista, es apartidista, Licenciado en Derecho y Especialista en Derecho Civil por la Universidad la Salle; tiene estudios de Maestría en Derecho Procesal Constitucional, maestría en Ciencias Jurídicas y Doctorado en Derecho por la Universidad Panamericana. Desde el 2006 se ha desempeñado como profesor de licenciatura y postgrado, así como conferencista en materia de derecho constitucional y derechos humanos fundamentales.

Cuenta con diversas publicaciones en libros, revistas académicas y periódicos, ha enfocado su trabajo en temas sobre derecho constitucional, derechos humanos, derechos sociales, libertad de expresión y reforma gubernamental. Sus aportaciones al campo jurídico a través del tema activismo judicial fueron utilizadas por el Congreso de Argentina para la despenalización de la teenencia para el consumo personal de estupefacientes y psicotrópicos. Es colaborador de la Revista Internacional de Derecho “Garantismo Judicial”, Editorial Porrúa, presidida por el Profesor Luigi Ferrajoli y Dirigida por el doctor Fernado Silva García. Actualmente es Director General del Semanario Nuevo Gráfico y Director General del Centro de Investigaciones Sociales (CIS), así como activista, consultor y asesor.