
31/08/25
Los papeles se amontonaban sobre el escritorio del juzgado. Ninguno de los funcionarios tenía prisa. Los días se convertían en semanas y las semanas en meses.
El porfiriato se las había ingeniado para que la justicia fuera selectiva y terriblemente burocrática. La ley era un mito: se hablaba de su existencia pero nadie la había visto.
Don Tomás Ortiz era Juez de Distrito en San Luis Potosí. Su vida transcurría sin mayor emoción que la de marchar por las mañanas al juzgado y regresar por las tardes a su hogar.
Su reputación era la de un buen hombre “que pasaba su vida entre papeles y causas sin importancia, tramitando ridículos amparos”; cumplía con su trabajo y hasta donde podía aplicaba la ley –sin lesionar, desde luego, intereses de personajes influyentes del gobierno.
En 1910 “la quietud del ambiente que se respiraba en el país comenzó a alterarse con motivo de la campaña presidencial que en aquellos días tuviera en tensión los nervios de los mexicanos”.
El 22 de junio de 1910, la vida de don Tomás cambió para siempre: recibió la orden de enjuiciar a Madero por el supuesto delito de sedición y por injuriar al presidente de la república. La intención era clara: el juez debía mantenerlo preso mientras se verificaran las elecciones.
“Por primera vez, en su larga actuación jurídica, el juez Ortiz pasó una noche de agitación pensando en lo que sobrevendría de aquel acto tan impolítico”, pero sin oponerse al gobierno, don Tomás se convirtió en cómplice del magno fraude de 1910.
Nadie podía saber lo sobrevendría con la represión política, hasta que a finales de octubre 1910, comenzó a circular un documento que fue conocido como Plan de San Luis, con el cual Madero convocó al pueblo mexicano a tomar las armas a partir del 20 de noviembre, la revolución estaba en marcha.
La decisión del juez Ortiz de obedecer ciegamente los dictados del gobierno porfirista lo marcaron para siempre. “Desde esos momentos –señala La Prensa- la vida de aquel funcionario judicial fue en extremo amarga y si no se lepersiguió por su actuación en el proceso, sí se le negó figurar en otros regímenes, llegando hasta a verse precisado a expender productos industriales que él mismo fabricaba para ganarse la vida”.
El martes 25 de marzo de 1930, el periódico La Prensa anunció el fallecimiento del tristemente célebre juez. “Insomnios, agitaciones y amarguras” habían minado su vida desde 1910.
Al acercarse el fin, hablaba con obsesión de un solo tema: el proceso de Madero. Parecía arrepentido. Pero el destino que juzga sin considerar las pasiones humanas, dio su veredicto. Dos meses antes de su muerte el juez Ortiz perdió el juicio: la locura lo había invadido.
Eran otros tiempos, eran tiempos en que la justicia estaba totalmente cegada por los designios del poder, sin embargo hoy en dia con un renovado espiritu la justicia se yergue victoriosa y objetiva.
Los tiempos en que no influiran designios oscuros ni caprichos humanos frente a la ley. Ahora es un tiempo de cambio en el país, un tiempo en el que la justicia sera real.
¿Tú lo crees?.... Pareciera que solo se ha transformado, cambiado de bando y color.