
Jorge Montejo
14/08/25
Morena, ese circo de “ideales” que se autoproclamaba como la gran esperanza de México, empieza a caerse a pedazos… y no por culpa de conspiraciones, ni por el “neoliberalismo”, sino por la fauna política que llevó dentro desde el principio: chapulines profesionales, oportunistas de medio tiempo y expriístas reciclados que vieron en la 4T un buffet de recursos públicos servido en charola de oro. Esa élite sin principios, que llegó presumiendo un cambio histórico, resultó tener la misma vocación de siempre: la de vivir cómodamente del presupuesto.
Ahora que el barco de Morena hace agua, la pregunta no es si se irán, sino a dónde brincarán. ¿El PRI estará dispuesto a recibir de vuelta a sus hijos pródigos que juraron no volver? ¿Movimiento Ciudadano les abrirá las puertas con alfombra naranja? ¿O inventarán una nueva “fuerza” política para seguir vendiendo espejitos al electorado? Así funciona la política oportunista: no se dirige por ideales ni por causas, sino por intereses personales, contratos jugosos y la promesa de un cargo con fuero. Aquí no hay convicciones, sólo un calendario electoral que marca el tiempo para saltar de una sigla a otra como si fueran estaciones de metro.
Y como toda plaga viaja acompañada, en Hidalgo también veremos a los medios chayoteros hacer su propio acto de magia. Hoy escriben odas a la “transformación” y aplauden todo acto oficialista, pero en cuanto Morena toque fondo, correrán a lavar la imagen del PRI, del PAN o de Movimiento Ciudadano, según quién pague mejor la “publicidad institucional”. No importa quién gane, siempre habrá un periodista a modo dispuesto a cambiar de camiseta… y de factura.
Lo irónico es que nosotros lo avisamos desde hace años, cuando señalamos que esta “transformación” era puro teatro y maquillaje, pero prefirieron censurarnos, discriminarnos y cerrar espacios a la prensa incómoda. Hoy, la función terminó, las luces se apagaron… y a ellos ya se les vino la noche.
Morena, ese circo de “ideales” que se autoproclamaba como la gran esperanza de México, empieza a caerse a pedazos… y no por culpa de conspiraciones, ni por el “neoliberalismo”, sino por la fauna política que llevó dentro desde el principio: chapulines profesionales, oportunistas de medio tiempo y expriístas reciclados que vieron en la 4T un buffet de recursos públicos servido en charola de oro. Esa élite sin principios, que llegó presumiendo un cambio histórico, resultó tener la misma vocación de siempre: la de vivir cómodamente del presupuesto.
Ahora que el barco de Morena hace agua, la pregunta no es si se irán, sino a dónde brincarán. ¿El PRI estará dispuesto a recibir de vuelta a sus hijos pródigos que juraron no volver? ¿Movimiento Ciudadano les abrirá las puertas con alfombra naranja? ¿O inventarán una nueva “fuerza” política para seguir vendiendo espejitos al electorado? Así funciona la política oportunista: no se dirige por ideales ni por causas, sino por intereses personales, contratos jugosos y la promesa de un cargo con fuero. Aquí no hay convicciones, sólo un calendario electoral que marca el tiempo para saltar de una sigla a otra como si fueran estaciones de metro.
Y como toda plaga viaja acompañada, en Hidalgo también veremos a los medios chayoteros hacer su propio acto de magia. Hoy escriben odas a la “transformación” y aplauden todo acto oficialista, pero en cuanto Morena toque fondo, correrán a lavar la imagen del PRI, del PAN o de Movimiento Ciudadano, según quién pague mejor la “publicidad institucional”. No importa quién gane, siempre habrá un periodista a modo dispuesto a cambiar de camiseta… y de factura.
Lo irónico es que nosotros lo avisamos desde hace años, cuando señalamos que esta “transformación” era puro teatro y maquillaje, pero prefirieron censurarnos, discriminarnos y cerrar espacios a la prensa incómoda. Hoy, la función terminó, las luces se apagaron… y a ellos ya se les vino la noche.