El moldeo por soplado y estirado es la técnica detrás de las botellas de PET que usamos para agua, jugos y refrescos. Desde los años 70, este método ha permitido producir envases de manera eficiente, especialmente para bebidas carbonatadas como la Coca-Cola.
El proceso comienza con las preformas, pequeños cilindros de plástico que, al estirarse axial y radialmente, adquieren la forma y resistencia de la botella final. Este doble estiramiento mejora la resistencia a caídas, tracción y carga superior, además de optimizar las propiedades de barrera del envase.
Una ventaja adicional es la reducción de peso: entre un 10 % y 15 % menos de plástico por botella, lo que la hace más sostenible. Así, las preformas se convierten en envases que combinan durabilidad, funcionalidad y respeto por el medio ambiente, manteniendo su icónica silueta y practicidad.