Para la oposición mexicana, hoy en día es muy complicado ganarle una elección al PRI, partido que sólo puede obtener triunfos electorales a través de la compra del voto y el clientelismo político. En efecto, es muy difícil competir contra el poder económico del Estado, ya que el gobierno utiliza el dinero de la ciudadanía en contra de la ciudadanía; sin embargo, cuando los ciudadanos votan de manera aplastante como sucedió en el Estado de Nuevo León, ni todo el dinero del gobierno puede contra la voluntad ciudadana.
Actualmente la democracia en México enfrenta dos problemas graves:
El primero es la división del voto, ya que con la existencia de 10 partidos políticos, la votación de la oposición se divide entre candidatos sin posibilidades de triunfo, mientras que el partido en el poder cuenta con un voto duro y una maquinaria electoral aplastante que se aprovecha de la ignorancia y la pobreza de las personas para comprar voluntades.
El segundo gran problema que enfrenta nuestra democracia, es el fenómeno social del voto nulo y el abstencionismo, problemática que favorece al clientelismo político y a la corrupción de las instituciones electorales; sin embargo, cuando vota más del 50% del padrón electoral es muy difícil que el partido en el poder pueda ganar a través de su voto duro.
Ante esta situación, es importante que las personas que no votaron o anularon su voto en las pasadas elecciones (lo cual es muy respetable), reflexionen que en las entidades federativas donde votó más del 50% del padrón electoral como es el caso de Nuevo León (donde votó el 70%) el Partido Revolucionario Institucional se encontraba arriba en las encuestas y perdió la elección, por lo que hasta la fecha, la estrategia del voto nulo no le ha proporcionado resultados favorables a la democracia mexicana.
Históricamente, las veces que el PRI ha sido derrotado como sucedió en el año 2000 con el triunfo de Vicente Fox, fue porque la ciudadanía salió a votar de forma aplastante como lo hizo en Nuevo León, en donde el fraude electoral no pudo eclipsar la voluntad del 70% del electorado, evidenciándose de esta forma, que aunque el sistema utilice todos los recursos estatales para favorecer a determinado candidato, simplemente no hay dinero público que alcance para comprar a tanta gente.
Por ejemplo, en las pasadas elecciones federales que se celebraron en el estado de Hidalgo, hubo una participación ciudadana del 43%, si la oposición hubiera aumentado la votación general a un 60% y la ciudadanía hubiera concentrado la mayoría de los votos en el candidato opositor con mayores posibilidades de ganar, en estos momentos el PRI estaría lamentando su derrota, ya que el voto duro no le hubiera alcanzado.
Conforme a lo anterior, el verdadero reto de la democracia para las próximas elecciones de de 2018, es vencer el abstencionismo y la división del voto, por lo que los candidatos opositores deberán tener la suficiente madurez política (como sucede en sociedades civilizadas) para firmar un pacto de civilidad y declinar en el momento oportuno en favor de la figura electoral que tenga mayores posibilidades de vencer al PRI, de lo contrario, el partido en el poder gobernará nuevamente a México, evidenciando que el dinosaurio también se disfraza de oposición.