¿POR QUÉ GANÓ LÓPEZ OBRADOR?


Por Álvaro López
El Cerebro Habla. 

López Obrador será el próximo Presidente de la República, muy posiblemente gobernará la mayoría absoluta en las cámaras. 

El triunfo del tabasqueño es algo histórico, inclusive lo es más que el triunfo de Vicente Fox en el año 2000. Vendrán muchos cambios (sean para bien o para mal) y estaremos viendo el fin de un modelo político y económico que ha prevalecido en nuestro país en las últimas décadas.

Algunas personas casi ya lo dábamos por sentado desde algunos meses, era muy evidente que López Obrador ganaría si la oposición no lograba postular a un candidato antisistema que tuviera credibilidad. Era evidente porque, como lo dije de forma reiterada, el voto del hartazgo tiene un efecto multiplicador. Ni Anaya ni Meade entendieron el hartazgo de la gente, porque creyeron que ir a hacer campañas en escenarios cerrados y no con el pueblo era muy buena idea. 

Muchos no lo vieron venir porque prefirieron recluirse en sus cámaras de eco, en sus burbujas, en ese México que solo existe en sus mentes. Creyeron que por medio de encuestas podían entender el clima ciudadano. Bajo este grave sesgo se plantearon las campañas electorales, el PRI comenzó con una actitud triunfalista, Anaya pensó que con discursos “tecnológicos e irruptores” se captaría el voto de los mexicanos ávidos de un cambio. No entendio, no entendieron, y lo dije en este espacio.

López Obrador ganó merecidamente, él fue el único que entendió de que iba. Mientras Meade y Anaya estaban pálidos, López Obrador presumía una tez bronceada producto de sus mítines que fueron mayores en cantidad y menores en presupuesto. Debo reconocer la tenacidad de López Obrador quien recorrió dos veces todos los municipios del país durante 12 años. A pesar de las derrotas, el siguió, no se cayó, no se rindió, y logró llegar a la Presidencia. Es una ventaja, sí, pero de alguna forma merecida. Logró posicionar su mensaje, el cual se volvió imbatible. Hasta se dio lujo de caer en algunas contradicciones (la alianza con el PES, por un ejemplo) sin que eso le afectara en las intenciones de voto. Y mientras recorría todos los pueblos, el PRI y el PAN pensaron que bastaba con ofertas mediocres aderezadas con grandes estrategias de mercadotecnia para hacerle frente al vendaval en el que se convirtió MORENA.

Si bien, la intención de voto hacia AMLO no fue tan ideológica como en otras ocasiones, su victoria se explica, en gran parte, a esas cosas que muchos mexicanos hemos ignorado por vivir en una burbuja y a las cuales se sumó el hartazgo generalizado hacia una clase política displicente, tan distante de los ciudadanos. López Obrador fue el único que supo o tuvo la voluntad política para hacer un diagnóstico medianamente acertado (independientemente de lo cuestionable que pueda ser el remedio). Por eso ganó y por paliza, por eso gobernará con mayoría. Porque trabajó durante años y se posicionó como el único candidato que representaba una esperanza ante el hartazgo, ante un país donde reina la injusticia.

Si bien yo tengo serias diferencias con López Obrador, reducir su triunfo a “la ignorancia de población” o “las vísceras” es un error garrafal, además de que es una postura muy arrogante e irracional y que no permite hacer un diagnóstico certero sobre lo que ocurre en México. Ni siquiera creo que la votación a AMLO sea consecuencia de la ignorancia: votaciones irracionales o “ignorantes” pueden verse en ambos lados del espectro.

Quienes detestan a López Obrador más bien deberían cuestionarse qué es lo que dejaron de hacer porque López Obrador es la manifestación y la consecuencia de los diversos problemas que arrastra nuestro país: un país con índices de corrupción excesivamente altos, un país con una profunda desigualdad y que no es producto del mérito sino de unas estructuras que no permite a los que están en la base de la pirámide ascender. Y si bien México no es un Estado fallido como algunos dicen, sí es un país con unas instituciones lo suficientemente débiles para que no cumplan con su función, para que quienes tienen más poder y recursos las puedan cooptar.

Tal vez López Obrador sea una lección que nos merezcamos los mexicanos, una cachetada para que despertemos de nuestro letargo, de nuestra indiferencia. Mucha gente quiso un cambio y lo expresó en las urnas. Esa decisión se debe de acatar, se debe de respetar (lo que incluye respetar a quienes votaron distinto a nosotros, abstenerse de “culparlos” si AMLO gobernara mal o hacer juicios de valor). Nuestro papel debe de ser propositivo, debemos involucrarnos más como ciudadanos, debemos fungir como un contrapeso real en vez de esperar que el gobierno lo haga todo. 

Algunos están llenos de algarabía, otros prevén una catástrofe. Yo me siento tranquilo, no es un resultado que me guste, pero es un resultado que asumo y que entiendo. Quiero felicitar desde aquí a Andrés Manuel López Obrador por su triunfo así como a sus seguidores, es un triunfo muy merecido. Yo y muchos otros seremos férreos críticos en aquellas cosas que no concordemos, pero también reconoceremos los aciertos que su presidencia tenga.

Y a pesar de todo, me siento motivado, porque creo en el poder que los ciudadanos tenemos para transformar la realidad de nuestro país.

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Fuente: El Cerebro Habla.