Un poderoso terremoto de magnitud 8.8 sacudió la noche del martes 29 de julio la península de Kamchatka, al este de Rusia, generando una alerta de tsunami para diversas regiones del océano Pacífico, incluida América Latina. El sismo ocurrió a las 11:25 a.m. del miércoles, hora local rusa, pero debido a la diferencia horaria, aún era martes por la noche en el continente americano.
El epicentro se localizó a aproximadamente 130 kilómetros de la costa, a una profundidad de apenas 18 kilómetros. Esta poca profundidad intensificó los efectos del movimiento en la superficie. Las autoridades rusas calificaron el sismo como uno de los más intensos registrados en la región en décadas. Se reportaron daños materiales en viviendas, escuelas y edificios públicos, así como cortes de energía eléctrica y afectaciones en la red de telecomunicaciones. Testigos relataron escenas de pánico, con personas evacuando en plena noche y estructuras mostrando grietas visibles tras el impacto.
La magnitud del sismo obligó al Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico a emitir advertencias para varias zonas costeras, incluyendo Japón, Hawái, California, Oregón, Alaska, y países de América Latina como México, Chile, El Salvador, Costa Rica y Nicaragua. En Kamchatka se registraron olas de hasta 4 metros, mientras que en California el oleaje alcanzó más de un metro. En Japón se evacuaron zonas cercanas a la planta nuclear de Fukushima, como medida preventiva. En Hawái, aunque las primeras olas llegaron horas después, las alertas de evacuación ya fueron canceladas.
En América Latina, las autoridades mantienen medidas de vigilancia en las costas del Pacífico. Aunque no se han reportado afectaciones graves ni víctimas, las alertas siguen activas como parte de los protocolos preventivos. Las autoridades pidieron a la población mantenerse informada y evitar acudir a playas o zonas costeras hasta que se descarten por completo los riesgos.
Inicialmente, el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) había calculado la magnitud del sismo en 8.0, pero tras un análisis más detallado se corrigió a 8.8, colocándolo entre los eventos sísmicos más potentes de los últimos 25 años en la región del Pacífico. El fenómeno ha sido comparado con el terremoto y posterior tsunami que afectaron Japón en 2011, tanto por su magnitud como por el alcance de su impacto potencial.
Hasta el momento no se han reportado muertes, pero los expertos advierten que podrían presentarse réplicas significativas en los próximos días. Las labores de monitoreo y evaluación continúan, mientras la atención internacional permanece centrada en la actividad sísmica del llamado "Anillo de Fuego", la zona con mayor actividad tectónica del planeta.